Un reflejo sobre el Teatro Comunitario en Lagunillas
Por Jhonathan Camacaro
El teatro, en su esencia más pura, no necesita un gran escenario. A veces, solo requiere un patio en la Base de Misiones Defensores del Legado de Chávez, la luz del sol que se cuela entre las ramas y la voluntad inquebrantable de un grupo de almas creativas. Lo que describe, la creación de una obra de teatro infantil durante seis meses es una hazaña que va mucho más allá de la simple puesta en escena. Es un acto de fe, de resistencia y de puro amor por el arte y la comunidad en el municipio Lagunillas.
Este proyecto no fue un esfuerzo aislado, sino un resultado palpable del trabajo de la Misión Cultura Zulia, una iniciativa que demuestra su compromiso con el desarrollo cultural desde las bases. A través de ella, el conocimiento y la pasión en este caso de su servidor, profesor Jhonathan Camacaro, y el dramaturgo Luis Gerardo Leal nos hicimos presentes, guiando cada paso de este proceso. Con liderazgo y dedicación fue crucial para transformar un patio en un aula de vida y un escenario de sueños.Las dificultades logísticas, como la falta de vestuario o un escenario formal,
se convierten no en obstáculos, sino en oportunidades para la imaginación.
Cuando los recursos son escasos, la creatividad florece. Los elementos
cotidianos se transforman en utilería mágica, y la ropa de diario se convierte
en el traje de un príncipe o una princesa. En este proceso, se enseña a los
niños no solo a actuar, sino a ver el mundo con ojos de artistas, a encontrar
belleza y potencial en cada rincón. El hecho de que se enseñara a leer a los
niños a través de este proyecto es una muestra poderosa de cómo el teatro puede
ser una herramienta educativa integral, un puente hacia el conocimiento y la
expresión, en el corazón mismo de su comunidad.
La elección de una obra tan icónica como Romeo y Julieta, adaptada por un dramaturgo local como Luis Gerardo Leal, y con elementos propios, es una decisión magistral. Demuestra que las grandes historias son universales y pueden ser contadas con una voz auténtica. Al mantener la esencia de la obra original, pero infundiéndole la identidad del Zulia y de su gente, se honra la tradición al tiempo que se celebra el talento de los artistas de la región. Se les muestra a los niños y a la comunidad de Lagunillas que sus historias y sus voces son tan valiosas como las de cualquier clásico universal.
De esta manera nosotros hemos decidido hacer teatro a cuesta de todas las dificultades porque nos da la gana y porque el teatro nos ha dado tanto que nos negamos a no ser recíprocos.
La relación de apoyo de la comunidad es el cimiento de este tipo de proyectos. En
la Base de Misiones, el teatro comunitario crea un círculo virtuoso: los
artistas dan su tiempo y talento, y la comunidad responde con su presencia, su
entusiasmo y su apoyo incondicional. En ese intercambio, el patio deja de ser
solo un espacio y se convierte en un punto de encuentro, un lugar donde las
historias cobran vida y los lazos se fortalecen. Es en ese ambiente donde se
gesta un sentido de pertenencia y de orgullo colectivo por el trabajo que se
hace allí.
La elección de una obra tan icónica como Romeo y Julieta, adaptada por un dramaturgo local como Luis Gerardo Leal, y con elementos propios, es una decisión magistral. Demuestra que las grandes historias son universales y pueden ser contadas con una voz auténtica. Al mantener la esencia de la obra original, pero infundiéndole la identidad del Zulia y de su gente, se honra la tradición al tiempo que se celebra el talento de los artistas de la región. Se les muestra a los niños y a la comunidad de Lagunillas que sus historias y sus voces son tan valiosas como las de cualquier clásico universal.
De esta manera nosotros hemos decidido hacer teatro a cuesta de todas las dificultades porque nos da la gana y porque el teatro nos ha dado tanto que nos negamos a no ser recíprocos.
Esta experiencia significativa es difícil; es innegable que viene con una montaña empinada
pero también profundamente gratificante. Cada ensayo, cada línea aprendida,
cada risa de un niño en el público, es una recompensa que el dinero no puede
comprar. Es el recordatorio de que el teatro es, en última instancia, sobre
conectar: conectar con las emociones, con las historias, y lo más importante,
con las personas de tu propia comunidad. Es un acto de creación colectiva que
deja una huella imborrable en el corazón de quienes participan y de quienes
observan. Es la prueba viviente de que, con pasión y perseverancia, el telón
siempre puede subir, incluso si solo está en nuestra imaginación.
Felicidades Jhonathan...👏👏👏👏
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