30.6.25

Tierra sin mal, Rosanyel Zorrilla


Un viaje teatral: Tierra sin mal

Rosanyel Zorrilla

Emprender un viaje no es fácil y menos si es obligado.  Tomar todas tus cosas e irte de un lugar buscando algo mejor, que quizás encuentres o no, es algo que muchos latinoamericanos conocemos bien, en particular los venezolanos. Buscar una tierra sin mal, una tierra libre de pecados, una tierra virgen, debe ser el viaje más difícil que se puede hacer…

Desde Bolivia hasta Ciudad Guayana, el grupo que presentó esta obra de teatro viajaron para mostrarnos una historia de su cultura guaraní en el marco del Festival Internacional de Teatro Progresista. El montaje se realizó en el Auditorio de la Alcaldía de Caroní, San Félix, el 14 de abril del 2025.

Al entrar, sentí como los vellos de mi cuerpo se erizaron, al ver el auditorio convertido en una caja negra de teatro, grandes columnas con telas negras y luces, un sobre piso en el escenario, rodeado de palos de bambú con hilos que los conectaban y del techo colgaban bombillos de luz amarilla con las que se apoyaba la iluminación de la puesta. Llamó mi atención que en la esquina superior derecha, estuvieran ubicados unos elementos de música y sobre todo quedé impresionada por las máscaras que reposaban en el proscenio del escenario.

Los actores salieron y se colocaron frente a las máscaras de cara al público.  Su entrada fue un poco ambigua, al inicio no se entendió quienes eran hasta que vieron al público y se presentaron diciendo que nos contarían una historia, se colocaron las máscaras cambiando por completo su expresión corporal, forma de hablar y hasta la tonalidad de su voz. Fue muy impresionante sentir la energía de los personajes, uno de ellos ubicado en una esquina como personaje silente que hacía los sonidos que la pieza necesitara.

Lastimosamente, no pude escuchar mucho de la historia, ya fuera por la acústica del lugar que no es buena para una representación teatral, por el dialecto de las actrices que hablaban un poco rápido, por su dicción o tal vez por las máscaras que cubrían un poco la parte superior de sus bocas.  Sea cual fuera la causa, me perdí parte del relato aunque debo decir que la expresión corporal me permitió entender el contexto de lo que pasaba así como las pocas frases que entendía de tanto en tanto. También había un cántico en idioma guaraní que se sentía como una plegaría y era hipnotizante. Uno de los personajes salió de escena a través del público y regresó interactuando con éste de forma jocosa y relajada mientras se relacionaba con el escenario. 

La interacción directa con el público como un narrador de cuentos, más las canciones, los sonidos y los efectos especiales como el humo en escena y las luces de colores y especialmente el trabajo con títeres que permitía ver claramente a la actriz llevar el personaje, permitían al público estar en un estado ambivalente, entre la crítica y la reflexión fría de los hechos escénicos y la sumisión ante los aspectos emotivos que se presentaban.

Para concluir quiero decir que admiro el trabajo colectivo de este grupo boliviano llamado Akaraku Teatro y su obra IvI Marei: Tierra sin mal, ya que entre los actores y el técnico de iluminación crearon esta hermosa pieza, que relata una historia de la comunidad indígena guaraní, de donde son originarios los participantes. Me encantaría verla de nuevo para disfrutar mejor del texto. Recomiendo que la veas si tienes la oportunidad: sin duda saldrás con muchas reflexiones sobre nuestros ancestros, la vida y la sociedad. 

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