¿Dónde buscar la tierra sin mal?
Daniel Herrera
La magia de los mitos
consiste en que conectan la sabiduría ancestral con lo cotidiano, ya que están
escritos en un presente mítico que parece alimentarse del futuro y del pasado.
En distintas culturas existen ritos que permiten, por un breve instante, acceder
a ese presente eterno. El “Aréte guasú” es una festividad ritual que celebra
cada año el pueblo guaraní. Se trata de una fiesta en la que se honra la
cosecha y asisten los ancestros. Cantos, bailes, máscaras y totumas con chicha
contribuyen a ese encuentro festivo.
La obra Tierra sin
mal (Ɨvɨ Maraëɨ) se conecta profundamente con esa
festividad. La dramaturga Bianca Valverde realizó un trabajo de investigación
sobre la historia del pueblo guaraní y, junto a las comunidades indígenas,
construyó la obra. Yacui, el abuelo, y Guayari, la abuela, junto con Ñezo, el
músico, continúan la eterna búsqueda del Ivy Maraey, la tierra sin mal.
Estos personajes entrañables nos acompañan como guías para recorrer el mito, el
rito del Aréte guasú y la historia de la masacre de Kuruyuqi.
La compañía boliviana
Akaraku —que en guaraní quiere decir "enamoramiento",
"entusiasmo" o “locura”— presentó la obra Tierra sin mal
durante la cuarta edición del Festival Internacional de Teatro Progresista
Venezuela (FESTIPVEN) 2025. Pudimos disfrutarla el 16 y 17 de abril en la sala
Anna Julia Rojas de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE)
y el 19 en la sala Emma Soler, en Los Teques.
En la obra, Yacui cuenta
el mito: un día “llegó un toro, negro, hermoso, con una mirada que penetraba la
memoria” y “el muy sinvergüenza se comió hasta nuestra inocencia”. El jaguar
peleó con el toro, y este le clavó sus astas “en los huevos”. “Él es como la
plaga de las ratas, sigue por ahí, ahora todos vivimos hipnotizados por el
toro”.
Esqueletos de trapo,
máscaras pesadas de madera, construyen una atmósfera mágica que permite hablar,
desde la más sincera poesía, sobre el crimen horrendo que detonó la rebeldía
del pueblo guaraní hacia 1892. El resultado fue una gran masacre: se estima que
más de 6.000 guaraníes murieron en Kuruyuqi. Los sobrevivientes fueron
desplazados y caminaron buscando la tierra sin mal.
La historia del pueblo
guaraní es la historia del despojo y de la resistencia, de festividades
manchadas por la destrucción que trae consigo el imperialismo depredador de
todos los tiempos. Es la historia de miles de comunidades indígenas en toda
Nuestramérica.
Un extranjero glotón, un
toro hermoso, una serpiente de ojos verdes… ¿qué otras formas tendrá la piel
del invasor? Se trata de una obra con una belleza estética que se inscribe en
una tradición: las máscaras son elementos simbólicos y rituales, respetuosamente
elaboradas por Ángela Cahuata L. El rol de las actrices Blanca Valverde V.,
Malú Pérez F. y Ángela Cahuata L., así como del actor Mario Urzagaste es darles
voz y energía. El diseño de iluminación fue realizado por Ariel Muñoz.
La obra es, a la vez,
poética, filosófica y política. Se sustenta en la investigación documental y el
trabajo con las comunidades y asume amorosamente su rol de activista.
La ternura compasiva
hacia las víctimas del invasor, la profundidad de los símbolos y el respeto por
la memoria popular se manifiestan claramente en el proyecto. Durante una hora
pude presenciar ante mis ojos cómo la sala de teatro se transformó en una tierra
sin mal. Como los mitos, esta obra debería representarse una y mil veces, para
recordarnos que la lucha por la pervivencia de nuestras identidades es también
la lucha por nuestra memoria y por el recuerdo vivo de nuestros ancestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario