Mãos Trêmulas
Fanny García
Al escuchar el título de esta obra teatral -Mãos Trêmulas o Manos trémulas- se genera un sentimiento conmovedor y les aseguro como espectadora, mirona de escenarios: ¡que ese efecto no se pierde! Al contrario, se incrementa desde que observas sobre las tablas: dos sillas de madera con sus patas de hierro; una trenza colgada envuelta con unas telas de texturas ligeras en diferentes tonalidades del color ocre; detrás de una de las sillas hay una cima hecha con dichas telas que se realzan con el fondo del escenario que es negro.
Antes de comenzar la función suena una samba instrumental, la luz es tenue y arriba del escenario está la tira de lona sobre la cual se proyectará la traducción en español de los parlamentos emitidos por el elenco brasileño; es que la pieza teatral es de Brasil y fue presentada en la cuarta edición del Festival Internacional de Teatro Progresista Venezuela 2025; producida por Yara de Novaes y el dramaturgo Víctor Novóa, quien es el creador del texto y el responsable de envolvernos con sencillez en las vivencias de sus dos protagonistas, que con la fuerza de sus voces en tono pausado, más su lenguaje corporal bastante expresivo nos comunican su sentir al llegar a esa etapa de la vida llamada vejez y que la mayoría de nosotros tememos; no por el hecho de que salgan arrugas, que la piel comience a caer, que el pelo se tiña de blanco, nos quedemos calvos o que comiencen a presentarse ciertas incapacidades funcionales por un deterioro físico o tal vez mental. Cambios naturales que no significan que no te ames, que no te aceptes, porque puede ser que a esa edad aún haya ganas de vivir, trabajar, ser útil en alguna actividad y así ganar dinero por nuestros propios medios; ya sea para que esto contribuya a una buena calidad de vida que nos permita estar activos o mantenernos, en caso de no contar con unos ahorros, beneficios sociales o con una jubilación digna.
La triste realidad es que desde que el mundo es mundo, nosotros como sociedad comenzamos a discriminar y abandonar a nuestros adultos mayores, privándolos de optar por un cargo laboral o de continuar su desempeño según sus capacidades, aptitudes y cúmulo de experiencias. Lo más doloroso es cuando los familiares cercanos se desentienden de ellos, como si ya estuvieran muertos. Bueno, y eso sin contar de que la mayoría de las naciones carecen de una buena política de estado para garantizarles protección social en un futuro no muy lejano. De esto y más allá de lo que estoy exponiendo en esta crítica teatral, se trata la obra. La verdad, no quiero hacer spoiler. ¡Quiero que la vean!
Cabe destacar que a pesar de que el público no entiende el idioma portugués y por consiguiente, deberán subir la mirada para leer la tira, esto no será limitación ni va diferir en apreciar cada instante de esta grandiosa actuación realizada por Cleide Queiroz y Plínio Soares, los cuales representan a unos ancianos en una edad comprendida entre los setenta y ochenta años. Lo admirable, es que ellos no requirieron de maquillajes en sus rostros ni en el cuerpo, tampoco usaron pelucas con cabellos blancos o con calva con el fin de representar a sus personajes. Ellos, personas de la tercera edad, orgullosamente nos muestran más que sus cuerpos; nos muestran su coraje, su amor y pasión al realizar su trabajo, invitándonos a reflexionar entre sus parlamentos. Gritándonos, ¡que aún están vivos y activos!
Con esta simbología de unas manos temblorosas: danzan, acarician, empuñan, reclaman y exponen sus historias, sus decisiones, anhelos, frustraciones, lucha y resignación. Al final, la trenza colgada queda como una roca vacía llena de huecos; las telas que son la memoria, los desnuda y los cubre. El efecto de luces y la cortina de humo son el contraste, el camuflaje que muchos ancianos marginados callan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario