Buscar este blog

30.9.25

Sobre la crítica teatral en Venezuela y sus ejemplos actuales, por Carlos Rojas

  

Un punto de vista

Sobre la crítica teatral en Venezuela

y sus ejemplos actuales

por Carlos Rojas

criticarojas@gmail.com

Especial para Miradas al Escenario

Hubo un tiempo en Venezuela en que la crítica teatral tenía peso, criterio y era discernida por el movimiento teatral. Se escribía con ideas claras, con base en mucha lectura y presencia constante en las funciones, sin que importara incomodar al poder o a los creadores por igual. Se hablaba con claridad, se analizaba la puesta en escena, se discutían las dramaturgias y se problematizaban la ética y estética del teatro nacional.

El Círculo de Críticos de Teatro de Venezuela, Critven, nació en los años 80, como un espacio donde el análisis estético se celebraba y donde decir "soy crítico" implicaba una responsabilidad con el movimiento escénico, no una mera afirmación autocomplaciente. Critven representaba el ejercicio de la crítica como un compromiso intelectual y ético para aquel momento.

Ya extinto Critven desde hacía años, en el 2013, con la intención de darle continuidad fue creada la Asociación Venezolana de Crítica Teatral, Avencrit, con el impulso principal de Carlos Herrera (+), Bruno Mateo (+) y Edgar Moreno-Uribe (+), secundados por otros como Luis Alberto Rosas, Joaquín Lugo y Walter De Andrade.

En sus inicios, la asociación se constituyó como una oportunidad para proyectar voces, formar nuevos críticos, divulgar, debatir y acopiar la memoria escénica venezolana. Sin embargo, tal perspectiva se disolvió con rapidez.

El alejamiento de Moreno-Uribe, así como el fallecimiento de Herrera y Mateo, dejaron a la organización sin una orientación constructiva, revelando lo que hoy es evidente: Avencrit se convirtió en un simulacro que sobrevive sólo en las ocho iniciales de la sigla y que resucita anualmente con la rebatiña de menciones, premios, placas y diplomas que entrega anualmente, mientras la crítica real ha desaparecido como actividad regular de quienes, se asumen como sus miembros.  

Hoy, Avencrit opera como un núcleo de opinión excluyente en el este de Caracas: ignora conscientemente una gran parte de la actividad teatral que se hace en la capital -aunque es mejor decir en el país-, mientras se concentra en la escena que se hace hacia el este de la ciudad. Su actividad central ya no es el análisis riguroso ni la producción de pensamiento escénico; su única función identificable es la de reconocer a quienes están dentro de su círculo social y armar una ceremonia anual con relativa proyección en las redes sociales; no existen de su parte y de manera consecuente aportes ni reflexiones sobre el acontecer teatral. Tampoco son tomados en cuenta para sus premios -casi la única razón de existir de este núcleo- el teatro comunitario, estudiantil, político, de calle y político.  

Con suficiente capacidad para producir opiniones de contribuyan a la sana polémica, es doblemente lamentable que sólo se limiten actualmente a simular el ejercicio de la crítica.  Por un lado, pretenden legitimarse como una voz escénica a tomar en cuenta, ignorando la posibilidad de que nuevas miradas y opiniones sean escuchadas, a pesar de un taller de "iniciación a la crítica teatral", impartido por uno de sus miembros el año pasado; por el otro, con el certamen anual de premios otorgados, no sabemos con base en cuáles criterios, politizan incorrectamente a un gremio ya bastante dividido, convirtiendo el ejercicio de la crítica en un mecanismo de exclusión ideológica, más interesado en consolidar amistades y la cercanía con afines políticos que, en evaluar, cuestionar o analizar la actividad teatral. En el pasado, cuando hacían crítica de manera regular fue notable la ausencia casi total en sus escritos de personas o agrupaciones proclives al gobierno chavista. Ni hablar del listado anual de los nominados a sus premios.

Premios Avencrit 2024/ Fuente: Externa.

Los premios que en tiempos de Critven fueron un compromiso con la honestidad intelectual y amor por el teatro, se han convertido en un mecanismo de autoprotección y validación entre iguales. Por cierto, también tendríamos que criticarle a Critven el haber centrado la atención principalmente en la capital, pero en su descargo parcial, debemos recordar que eran tiempos preinternet, cuando la información teatral padecía de unos aislamientos regionales casi infranqueables; las condiciones actuales son otras.

La esporádica existencia de Avencrit no es pasajera: llevan años que sólo sabemos de ellos por la ceremonia premiadora.  Los miembros de la asociación que se asumen y dan declaraciones como tales perdieron el riesgo, la voz, la seriedad política y la capacidad de incomodar al poder y, a quienes ejercen como activadores culturales, independientemente de su posición ideológica. Redujeron la práctica crítica a un formalismo mediático de nombres nominados; olvidando que criticar no es organizar un auditorio anual de aplausos, sino cuestionar, dialogar y problematizar.

Los nominados se prestan a la ceremonia, sea por simple candidez o cortesía, por el orgullo de ganar un premio venga de quienes venga o por creer que la asociación ejerce regular y efectivamente la crítica. Nuestra modesta recomendación a los futuros nominados para aceptar la distinción es que indaguen cuáles, dónde y cuál es la cantidad de críticas escritas por los convocantes el último año.  

Entenderán que no es que se les tomó en cuenta para un premio, sino más bien que con el uso de sus nombres y esfuerzos creativos se está legitimando un evento sin sentido constructivo para el teatro venezolano. Más que ser honrados, están honrando inmerecidamente a un núcleo que pretende ganar indulgencias con escapulario ajeno.

En Venezuela, la crítica teatral no necesita estar repartiendo diplomas ni inventar rituales de premiación. Requiere argumentos sólidos, polémicas en positivo, riesgo y memoria, la capacidad de incomodar al poder cultural y a los trabajadores teatrales sin temor, y la disposición a abrir el diálogo más allá de las fronteras que imponen la polarización política, la geografía y las diferencias sociales o culturales. Mi intención en estos párrafos no es descalificar a nadie, sino señalar la inactividad de Avencrit en relación con los objetivos trazados en su fundación. Invito a sus miembros a contribuir positivamente al debate y la reflexión sobre lo que se hace actualmente en la escena venezolana.

Imagen cortesía del blog Miradas al Escenario

Frente a este panorama, la importancia del espacio virtual Miradas al Escenario es clara, esfuerzo colectivo surgido hace pocos meses, demuestra que la crítica puede democratizarse, descentralizarse y abrirse a todo el país. Este blog expone voces diversas, fomenta la reflexión colectiva, pedagógica y práctica, y se ha convertido en un espacio donde la crítica deja de ser un privilegio practicado por unos pocos y pasa a ser una herramienta formativa y un espacio que promueve el debate nacional.

Esta novedosa democratización bloguera de la opinión dramática, no sólo abre espacios a quienes habían sido ignorados -expresiones indígenas, artistas escénicos regionales, grupos emergentes y teatralidades subestimadas-, sino que también recupera la memoria de la crítica venezolana, frenando el que se repitan errores y se desperdicien aciertos de experiencias anteriores.

Según lo que creo, Miradas al Escenario tiene que recorrer aún un importante camino de superación. Intuyo mucha timidez en algunas de sus notas por criticar o señalar lo que pueden ser faltas en los espectáculos.

Me niego a creer que el teatro venezolano, en medio de una crisis tan tremenda, sea una muestra de tantas perfecciones escénicas. En algunas reseñas, es evidente la intención de publicitar, más que de criticar o analizar.

También, desentonan con el espacio algunos escritos un tanto pesados, que parecen escritos para la academia. Aún con estas indefiniciones que se irán resolviendo con el tiempo, en todo caso y sin duda alguna, hoy día este blog es la mejor opción para obtener información de amplitud sobre el quehacer teatral venezolano, siendo una ventana muy seria para la crítica del sector. ¡Por alguna razón, ya supera las 10 mil visitas!

El teatro independiente y alternativo (el que más me interesa) que, en Venezuela se hace con recursos mínimos, en territorios olvidados y con urgencia estética y social, no necesita permisos ni sectas para ser leído, divulgado y analizado. Necesita interlocutores honestos, lectores críticos y textos incómodos. La buena crítica no debe ser un alarde egocentrista ni un capricho para homenajear a los afines, sino un acto político, un acto de memoria y un acto de amor al teatro.

La conclusión es clara: no debemos convalidar que la crítica continúe aparentando ser tal, tergiversada su denominación por rituales anuales, afectos personales o geografías limitadas. La escena, la memoria y el pensamiento crítico exigen espacios abiertos, inclusivos y sinceros. No trato de censurar con estas palabras, sino de poner las cosas en su justo lugar.

Carlos Herrera (1957-2016). Foto Cortesía del Archivo Personal de CEH.

Como lo dijo Herrera, refiriéndose a la crítica teatral en Venezuela: "Son tiempos de sumar y de seguir creciendo en, por y para el teatro nacional. Ojalá todo sea más que un sueño y no mero artificio de intención".

CR (@mipuntocritico)

 

La Palabra Zuliana se alza, por Jesús Eduardo Espinoza León

 La Palabra Zuliana se alza:
Tres dramaturgos de Maracaibo triunfan en el 2025

Cada uno, desde su singular mirada, ha tejido historias que conmueven, interpelan y sanan. Juntos, representan una trinidad escénica que honra la tradición teatral zuliana y proyecta nuevas luces sobre el horizonte cultural del país.

 Jesús Eduardo Espinoza León.

Diny Gutiérrez Fonseca

La propia voz o cuando el teatro nace en el margen

El destacado dramaturgo venezolano Pablo García Gámez, radicado en Nueva York y multipremiado por su obra crítica y poética, ha venido realizando en Venezuela su taller de dramaturgia “La propia voz”, una experiencia formativa que no solo enseña a escribir teatro, sino que despierta el alma creadora de quienes se atreven a mirar desde la periferia.

¿El resultado? Algunos de estos talleristas han sido reconocidos en el I Concurso Estadal de Dramaturgia 2025, organizado por el Ministerio de la Cultura y la Compañía Nacional de Teatro demostrando que el teatro venezolano se renueva desde abajo, desde lo íntimo, desde lo comunitario.

El taller “La propia voz” ha sembrado semillas de teatro en territorios donde antes solo había silencio.  El taller ha dejado una huella que ya empieza a florecer en obras, premios y comunidades: algunos participantes del taller lograron primer, segundo, tercer premios en el Concurso de Dramaturgia Estadal.

Entre esos participantes destaca la zuliana Diny Gutiérrez  Fonseca, nacida  en Cabimas el 19 de septiembre de 1969, hija de Pedro Antonio Gutiérrez y María del Carmen Fonseca.  Diny es egresada de la Universidad del Zulia como licenciada en educación industrial mención mecánica. Es cantante, compositora, actriz, profesora de educación y estudiante de tercer año de la Escuela de Teatro Inés Laredo de Maracaibo y obtuvo el tercer premio con su primera obra teatral, Detrás del poste de alumbrado eléctrico escrita gracias a las herramientas y el aliento recibido en el taller, pero sobre todo, por el apoyo y pedagogía de un equipo de destacados profesores de la prestigiosa escuela bajo la dirección de Lolimar Suarez Ayala y Arnaldo Pirela Paredes, adscrita a la Secretaría de Cultura de la Gobernación del Estado Zulia. Diny, oriunda de la zona oriental del Lago, ha sabido convertir su voz en texto, su canto en escena: escribe, canta, actúa y enseña como quien sabe que el arte es un acto de resistencia y de ternura.

Hoy, gracias a la iniciativa del Concurso Estadal de Dramaturgia, es una dramaturga emergente con el potencial necesario para alcanzar nuevas metas en la escritura teatral.

Milton Quero Arévalo

Milton Quero Arévalo: el artesano de la palabra y la escena

Nacido en Coro, estado Falcón, en 1959, Milton Quero es un creador multifacético: novelista, dramaturgo, actor, director teatral y poeta. Su formación académica lo vincula profundamente con las letras y el teatro: es Licenciado en Letras por la Universidad del Zulia y actor egresado de la Escuela de Teatro Porfirio Rodríguez. Desde sus primeros pasos, ha tejido una obra que dialoga con la memoria, la ciudad, el cuerpo y la rebeldía.

Su novela Corrector de estilo, ganadora del Premio Bienal de Novela Adriano González León, lo posicionó como una voz narrativa que sabe conjugar lo íntimo con lo colectivo. Igualmente, su novela La Sultana Ávila es una historia juvenil inmersa en el teatro venezolano desde los años 1980. Además, es autor de títulos como Apocalipsis o La Resurrección de Winston Smith entre otras.  Pero es en el teatro donde su sensibilidad alcanza una dimensión ritual y poética. Ha dirigido montajes memorables como Antígona, en los que la tragedia clásica se reinterpreta desde el paisaje zuliano, con una fuerza que conmueve y transforma.

Su trayectoria incluye múltiples reconocimientos literarios, como el Primer Premio de Narrativa en la Bienal Antonio Arráiz y el Premio de Literatura Eduardo Sifontes, entre otros. Actualmente reside en Maracaibo, donde continúa su labor como escritor, docente y promotor cultural.

Con Canciones para una muñeca, Milton obtiene el primer premio en el Concurso de Dramaturgia Estadal. En esta hermosa historia, Milton Quero se adentra en la vida de María Calcaño, la poeta transgresora del Zulia, cuya infancia, juventud y adultez son dramatizadas con ternura y valentía en una poetica teatral. La obra no solo rescata la figura de Calcaño, sino que la convierte en símbolo de todas las mujeres que escriben desde el margen, que desafían los moldes y que cantan a pesar del juicio.

Milton Quero no solo escribe obras: construye puentes entre generaciones, entre lo clásico y lo popular, entre el dolor, el amor, la libertad y la belleza. Su teatro es un acto de resistencia, una celebración de lo invisible, una canción para las muñecas que aún esperan ser escuchadas por las comunidades de la ciudad de Maracaibo.

Luis Perozo Cervantes

Luis Perozo Cervantes: Poeta del Territorio y la Palabra Ritual

Luis Perozo Cervantes (Maracaibo, 1989), licenciado en letras y filosofía, es un poeta, ensayista, locutor y promotor cultural venezolano, profundamente vinculado al imaginario zuliano y a la defensa de la palabra como acto público. Fundador del Movimiento Poético de Maracaibo y editor jefe de Sultana del Lago Editores, ha sido una figura clave en la promoción de la literatura regional y nacional.

Su obra poética se caracteriza por una fuerte territorialidad, una sensibilidad ritual y un compromiso con la identidad cultural. Ha dirigido el programa radial Puerto de Libros – Librería Radiofónica, y ha participado en numerosos encuentros literarios en Venezuela y Colombia, donde ha reflexionado sobre el “provincianismo cósmico” como puente entre lo local y lo universal. 

Reconocimiento en Dramaturgia

En 2025, Luis Perozo Cervantes se inicia como dramaturgo con la obra “Majayüt. Drama étnico contemporáneo”, obteniendo una distinción en el segundo premio del Concurso Estadal de Dramaturgia del Zulia. Esta pieza, construida como un soliloquio ritual en nueve cuadros, narra el viaje de Irunú, una joven wayuu que asume su identidad en medio del silenciamiento. La obra incorpora elementos de la cosmovisión wayuu como el canto Jayeechi, la danza Yonna, la manta roja y el tambor Kaashi, proponiendo una dramaturgia del gesto y la escucha ritual. Luis Perozo Cervantes transforma el tejido simbólico de su poesía en partitura escénica, y con “Majayüt” da un paso firme hacia un teatro que honra la memoria, la identidad y la resistencia.

Este reconocimiento le asegura presencia en el Festival de Teatro Venezolano 2025, con lectura dramatizada y acompañamiento de especialistas, consolidando su voz como creador escénico.

***

Homenaje.   Amor a la dramaturgia

Personajes:

Diny, joven dramaturga con una libreta en la mano.

María Calcaño, espíritu poético, vestida con un velo de palabras.

El andén, espacio liminal entre el pasado y el presente.

La Voz de Milton, narrador invisible que guía el encuentro.

Espacio escénico: Un andén de tren abandonado. Hay libros abiertos, muñecas sin ojos, postes de luz apagados. El viento lleva versos.

La Voz de Milton: (en off)  Cuando una joven escribe su primera obra, el teatro se renueva. Cuando esa obra canta a lo invisible, la poesía despierta. Y cuando ambas se encuentran… nace el milagro.

Diny: (mirando su libreta):  ¿Cómo se escribe lo que no se entiende? ¿Cómo se pone en escena el dolor que no se nombra?

María Calcaño: (apareciendo entre los libros)  Se escribe con el cuerpo. Se nombra con el silencio… Se canta con las muñecas rotas que aún esperan ternura.

Diny: (sorprendida) ¿Eres tú? ¿La que escribió versos cuando no se podía? ¿La que fue juzgada por amar demasiado?

María Calcaño: (sonríe) Soy todas las que escriben desde el margen. Tú también lo eres. Tu obra es una canción que yo no pude cantar.

Diny: (emocionada) Entonces no estoy sola. Entonces mi premio no es mío… es de todas.

La Voz de Milton (en off): Y así, en el andén donde se cruzan los trenes del tiempo, la dramaturgia se convierte en acto de memoria. Diny canta. María responde. Y el teatro se enciende como un poste que alumbra lo que antes no se veía.

                  Con afecto a mis amigos dramaturgos: Milton, Luis, Diny.

Felicidades por sus logros. Igual los demás participantes del I Concurso de Dramaturgia Estadal. Este reconocimiento no es solo un galardón: es un llamado a seguir creando desde lo profundo, desde lo nuestro, desde lo humano.

Alberto de Paz y Mateo: Un hombre del hecho teatral venezolano. Por Eduardo J. Bravo G.

 Alberto de Paz y Mateo:
Un hombre del hecho teatral venezolano.

Por: Eduardo J. Bravo G.

En el bullicioso corazón de Caracas, donde la cultura se entrelaza con la vida cotidiana en un abrazo vibrante, donde el teatro va en una búsqueda de forma y hechos relevantes, va irrumpir a mediados de la década de los cuarenta del siglo XX, Alberto de Paz y Mateo enérgico como una figura singular en el teatro. El eco de su voz vendría a retumbar en esta nueva tierra, consiguiendo un nuevo hogar, del cual no se desprendería jamás,

Esta nueva vida vendría a darle un nuevo escenario donde cumpliría todo lo que había dejado en su tierra natal. Con miras a cambiar esa realidad. Alberto decidió llevar a cabo su proyecto, que con el correr del tiempo pasó a hacer su gran proyecto de vida. Donde con el tiempo fusionaría las influencias de sus grandes maestros europeos, en este caso España, con una rica cultura arraigada en su ser, lo cual va a trasmitir a esta nueva tierra que le abría los brazos con mucha humildad. Sumergido en las enseñanzas, el espectáculo, al tiempo que recopilaba anécdotas de su nuevo entorno. Buscaba esa forma de un teatro venezolano, que comenzaba a ver otros horizontes de la realidad escénica.

El eco de su voz se convirtió en un símbolo de lo que el teatro podía ser: un espejo donde la sociedad se viera reflejada, un espacio de diálogo y transformación, de una forma que ya él traía aprendida, pero que de la misma manera reforzaría, con sus enseñanzas, experiencias, experimentaciones, que lo harían crecer junto a los otros hombres y mujeres del teatro, también, venidos de otras tierras. Y así, la mayor contribución de Alberto de Paz y Mateos al teatro venezolano no fueron solo su talento, sino su capacidad de escuchar esas voces y convertirlas en arte. Con cada puesta en escena, un nuevo eco surgía, resonando en los corazones de todos, recordando que las historias valiosas siempre tienen un lugar en el escenario de la vida.

Alberto había dedicado su vida al estudio del teatro; un viajero incansable, había recorrido Europa y América, empapándose de las técnicas y enseñanzas de los grandes maestros. Sin embargo, su verdadero talento, y lo que lo diferenciaba de otros, era su capacidad para conectar las complejidades de esos métodos con la esencia vibrante de la cultura venezolana. Durante su tiempo en Caracas, viene a formar parte de ese grupo destacado, llegados de otras tierras, como Juana Sujo, Gómez Obregón, Francisco Petrone, Horacio Peterson.  Es esa la forma donde se va   a renovar la tradición del teatro en Venezuela. Ese gran aporte queda plasmado en la creación del Grupo de Teatro Experimental,  del Colegio Fermín Toro del Silencio; convirtiéndose, para la época en una escuela esencial, para una gran cantidad de personas que van a formarse como dramaturgos, actores, directores, y gente del hecho teatral en así. Lo cual van a dejar un legado de mucha importancia en nuestra historia del teatro venezolano contemporáneo. Dando ese empuje importante Alberto, de la formación de estas personas, que darían mucho de qué hablar, tanto en el cine, la televisión, la radio y por ende en el teatro. 

Todo va a trascender en la obra de Alberto de Paz y Mateo, una influencia que va a traspasar fronteras, con una visión reflexiva en lo social y político de la cultura y el teatro en Venezuela. Para ese momento va a estar en la vanguardia del hecho teatral que va a resguardar y consolidarse como una figura imprescindible en la historia del arte escénico.

En tanto, la forma que germina un ser hacia el mundo es el hecho de ver la luz que presenta el mundo, es el hecho del nacimiento y con ella comienza una carrera de vida que va transformando su existencia. En los albores del 29 de septiembre de 1547, las campanas de la iglesia resonaban al unísono en Alcalá de Henares. En ese día consagrado a San Miguel Arcángel, la vida comenzaba con un llanto estridente que rompía la tranquilidad de un hogar humilde. En esa casa nació Miguel, de Cervantes Saavedra, un niño que sería llevado por el viento de los sueños y las letras.

Desde su nacimiento, la luz del mundo parecía brillar de manera especial para él. Las historias de caballeros héroes se entrelazaban con los susurros de su madre, quien le hablaba de fuerzas celestiales y batallas épicas. Miguen creció entre libros desgastados, absorbiendo la sabiduría de aquellos que habían dejado huellas en la historia. Su corazón ardía como el fuego que lo llamaba a crear. Con el tiempo su pluma se convirtió en su espada. Su obra “El Quijote de la Mancha”, surgió como una lucha, no solo contra la locura del mundo, sino como un grito de libertad en un tiempo de oscuridad. Se convirtió en el caballero de la tristeza y el anhelo, guiado siempre por la imagen del arcángel que lo había celebrado en su llegada del mundo. Desde su nacimiento, la luz del mundo parecía brillar de manera especial.

Así marcaba su vida con la muerte, justamente el día de la Celebración de San Miguel Arcángel el príncipe de la milicia celestial, el arcángel que va a conducir las fuerzas del mal. Un hecho icónico que la iglesia latina celebra. Ese ser acompañante de los ejércitos de Dios contra los paganos y los ataques de los adversarios. Su Postulado lo coloca como uno de los más importantes de los siete Arcángeles.  Representado como un guerrero angelical que viste una armadura y sostiene una espada, con sus alas que presenta la primacía en el aire. Del mismo modo, alas son las que un avión necesita para estar en el aire, por tal motivo el día 29 de septiembre se conmemora el día nacional de  la aviación civil de Venezuela en honor  al primer vuelo realizado por el piloto Frank Boland en territorio venezolano.

 Es en esta fecha tan emblemática, del 29 de septiembre de 1967, que nuestro hombre de teatro, Alberto de  Paz y Mateo va a dejar este mundo buscando otros horizontes en los umbrales del cielo. Comprendiendo la muerte como algo más de la vida. En su arduo trabajo de los escenarios. Alberto ha aprendido a mirar la vida como una obra de teatro, con diferentes actos. Sabe que cada acto tiene su belleza, su esplendor y que cada final es un nuevo principio. Tal vez, mientras observa las distancias entre el cielo y la tierra, su mente vuela hacia lo desconocido.  

Un viaje, que en primer momento, sería hacia México en septiembre de 1967 para dirigir una obra de repertorio, para luego seguir hacia Madrid a darle una visita a su madre.  Pero justo al llegar al aeropuerto, se regresa por complicaciones de salud. Mientras el médico lo observa, para saber su mal. Se dice así mismo, “la muerte es un cambio de escenario”. Un dolor inmenso en el pecho, lo coloca entre el abismo del proscenio y los umbrales del cielo, donde se cerrará un capítulo. Los viajes hacia México y Madrid han cambiado de rumbo, hacia el llamado viaje eterno.  Entre ese dolor fuerte en el pecho. Quizá, revuela en su mente recordando las noches  en que el teatro estaba lleno, el aplauso del público resonando en sus oídos. Cada función es un pequeño viaje, pero siente que la vida le ofrece un viaje mucho más grande. La muerte, que para muchos es un final, para él es un nuevo comienzo. Al caer la tarde, Alberto de Paz y Mateo siente una paz inmensa. U infarto fulminante cierra sus ojos de la vida, pero dejando un legado que será eterno en los escenarios del mundo.

Hoy 29 de septiembre de 2025, a 478 del nacimiento de Cervantes, se conmemoran 58 años de la muerte de este ilustre hombre de teatro venido desde la querida España.  La luz de este insigne hombre del teatro venezolano se apagaría antes de viajar a México y Madrid.

Por tal motivo, este recuento de su historia  legado, al momento de llegar a Venezuela. Entendiendo que, el hecho teatral venezolano está lleno de hombres y mujeres que llegaron a esta tierra en busca de un futuro, de un mejor bienestar para su desarrollo profesional. Este fue el caso de Alberto de Paz y Mateo, un hombre aguerrido que cruzó el océano en busca de una nueva oportunidad para realizar su vida y su mundo artístico. Es importante saber que Alberto de Paz y Mateo fue abogado de profesión. Este hombre nació en Ponferrada, León, el 17 de enero de 1915. En sus inicios, Alberto de Paz y Mateo tuvo una vida ligada al ámbito administrativo, por el trabajo que desempeñaba su padre, quien fue Fiscal de la Audiencia de A Coruña y, tiempo después, Fiscal General de la República; lo cual contribuyó a su rigurosa formación. Paz y Mateo comenzó sus estudios de bachillerato en A Coruña, en el colegio de los Hermanos Maristas y también en el colegio francés.

 Luego de un proceso muy intenso de estudio, Paz y Mateo, se trasladó a Madrid, donde cursó Derecho en la Universidad Complutense. Este evento tuvo lugar en 1931. Allí, tras mucha dedicación, obtuvo la licenciatura en 1936. Todo esto sucedió en los albores del gran estallido de la Guerra Civil Española, provocada por la rebelión militar del general Franco. Paz y Mateo participó en la compañía teatral estatal “La Barraca” de Federico García Lorca. Un hombre que comenzaba su carrera artística con uno de los grandes dramaturgos y hombres de teatro de la España de aquella época. Aunque era abogado de profesión, desde muy temprano mostró inclinación por el arte y, en especial, por el teatro. Su padre era Alberto de Paz y Mateo y su madre, Guadalupe de Paz.

Dentro de aquel país convulsionado por las muertes, destierros, torturas, desolación y hambre, se ve obligado a exiliarse. Luego de una intensa proeza, Alberto emprende el camino del exilio. Primero llega a Francia, donde estuvo internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, hasta que pudo establecerse en París. Después de una fuerte reflexión, emprende su camino, cruzando el mar hacia América, a un joven país latinoamericano como República Dominicana, llegando en noviembre de 1939. Allí consigue trabajo en Radio Dominicana, medio que para la época gozaba de mucha preferencia entre los dominicanos. A la par, trabajaba como visitador médico.

Su estadía en la República Dominicana le llevó a teatralizar varios escritos. Publicó un libro de poemas, “Canto en cinco variaciones”, efectivamente de tema saudosista. Esto contrasta con la sociabilidad del autor y su buen humor, dado que Alberto de Paz y Mateo tenía ese humor visceral, una manera de ver la sociedad que le permitía hacer sonreír y también sufrir mediante el humor que cotidianamente llevaba consigo. Hasta 1945, Alberto de Paz y Mateo estuvo en República Dominicana. Vicente Lloréns lo presenta así al publicar “Memorias de un emigrante” (Santo Domingo, 1939-1945). En Santo Domingo publicó una obra breve, “El marinero ciego”, con cartel anunciador y decoraciones de otros exiliados, en una editorial imaginaria que él llamaba la editorial de “Saudade”. Tuvo el gran apoyo de Eugenio Fernández Granell. Su pasión por el arte de la escritura y la representación lo llevó a buscar nuevos amigos y contactos en esta isla. Colaboró con una revista de Santo Domingo, “La Poesía Sorprendida”, entre 1943 y 1945. Pero esta colaboración no la realizó solo; también colaboraron otros compatriotas de su querida España, exiliados como él: Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez. También colaboraron con Cuadernos Dominicanos de Cultura (1943).

Su estadía en la República Dominicana va a dar un giro cuando conoce a un diplomático venezolano que lo invita al país. Invitación que no se hizo esperar, y ese mismo año, en febrero de 1945, arriba a La Guaira, posteriormente designado director del Grupo de Teatro Experimental del Liceo Fermín Toro.

En 1945 viaja a Venezuela, convirtiéndose junto a Jesús Gómez Obregón (1947), Juana Sujo, Horacio Peterson (1949) y Francisco Petrone (1952), en un agente clave de la nueva realidad y los cambios de modernización del montaje y la formación teatral, la iluminación y la escenografía. Cada uno va a nutrirse de las nuevas técnicas, conjuntamente con las tendencias plásticas. En sus conocimientos traen el método de Konstantin Stanislavski. Esto dio forma al cambio en la manera en que actores y directores venían realizando sus montajes teatrales, en cuanto a la actuación y el movimiento escénico. Cabe destacar que la dirección escénica en Venezuela comienza a verse desde adentro, método que era muy poco conocido en el país. Alberto de Paz y Mateo da una visión, para la época, de magia escénica. Toda la estética de la composición plástica va a dar un nuevo giro, nuevos conceptos, así como el concepto del cuerpo humano en la escena y la organicidad de la estructura en la actuación. Estos cuatro personajes, venidos del extranjero, van a dar un giro muy significativo al hecho teatral venezolano.

Los conocimientos de estas personas van a alimentar la escena teatral, generando un movimiento que daría lugar a los cambios que necesitaba el teatro, tanto en formación como en actuación, dramaturgia y, muy significativamente, en el arte de la puesta en escena. Es el momento en que se comienza a conocer a grandes teóricos y metodólogos del arte de la actuación, la dramaturgia y la dirección. Alberto de Paz y Mateo realiza un estudio exhaustivo referido al teatro venezolano, sus avances y manera de ver este arte al momento de su llegada. Es cuando decide dar fundamento a la agrupación teatral que le fue asignada, con miras al hecho experimental, a dar forma, de manera rigurosa, a los estudios, la formación y la práctica escénica que ya había conocido en España junto a Federico García Lorca. Su reflexión profundiza el trabajo del grupo de Teatro Experimental en el Liceo Fermín Toro. Allí se halla una gran cantidad de jóvenes dispuestos a escuchar y conocer nuevas formas del hecho escénico. Entre esos muchachos se encuentran Román Chalbaud y Nicolás Curiel; hombres que más tarde darían mucho que hablar de las enseñanzas y formación de Alberto de Paz y Mateo.

Al recorrer cuatro años de arduo trabajo escénico en el Fermín Toro. Con estos lleva a las tablas montajes de los entremeses de Miguel Cervantes Los Dos Habladores, El retablo de las Maravillas y Las Cuevas de Salamanca. De García Lorca (La casa de Bernarda Alba, Yerma, La zapatera prodigiosa, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, Doña Rosita la soltera, protagonizada por la joven actriz Lupita Ferrer), Eugene O'Neill, Ramón del Valle-Inclán, Lope de Rueda, Lope de Vega con La dama boba.  Así como algunas obras de teatro que se escribían en Venezuela en la época, de la pluma de Nicolás Curiel, Román Chalbaud, Luis Peraza e Ida Gramcko. Esto la va a situar dentro de la vanguardia del teatro venezolano. Su llegada al país genera un vuelco muy significativo para las artes escénicas en Venezuela. Da a conocer autores realistas y es el iniciador del teatro como espectáculo.

Se debe destacar, entre sus montajes iniciales, el montaje de Electra de Sófocles, obra que fue escenificada en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, lo cual proporciona una excelente comprensión del montaje de una obra clásica con este estilo. Esta representación tuvo lugar en 1955. También llevó a escena la obra de Jean Cocteau, “El bello indiferente”, de la cual hizo la traducción. En ella participó como actriz principal Juana Sujo. Posteriormente se enfrentó al texto de Eugene O'Neill, titulado Todos los hijos de Dios tienen alas.

Su incansable trabajo lo convirtió en un referente del arte teatral venezolano, gracias a su gran cantidad de puestas en escena que dejaron huellas con montajes muy importantes. Los nuevos estudiantes compartieron con Alberto de Paz y Mateo este crecimiento en la escena del arte dramático, que supuso un cambio de rumbo en la forma de representar el hecho teatral en Venezuela.

Alberto de Paz y Mateo, había descubierto su gusto por lo caribeño tras llegar a República Dominicana, donde se quedó y experimentó nuevas formas. Al llegar a Venezuela, sintió la necesidad de contribuir. Se inspiró y allí comenzó su gran labor artística en este país. El gusto por Venezuela lo había cautivado. Entre 1950 y 1957 se dedicó como director artístico, convirtiéndose en el primero de la recién estrenada Televisora Nacional.

Televisora que tuvo su estreno oficial el 22 de marzo de 1952, inaugurada por el dictador Marcos Pérez Jiménez bajo la frecuencia del canal 5. Cabe destacar que el mismo día de la inauguración los equipos fallaron y tuvieron que posponerla; su apertura se dio el 1 de enero de 1953. También se estrenaron dos canales más, pero con fines comerciales: una de ellas fue la televisora TeleVisa (que no tiene nada que ver con la cadena de televisión mexicana), la cual ocupó el canal 4, y luego, el 15 de noviembre, Radio Caracas Televisión (RCTV), primero en el canal 7 y posteriormente cambió al canal 2.

Alberto de Paz y Mateo llegó a ser reconocido como un excelente director de televisión, dado que sus aprendizajes y prácticas teatrales le permitieron incursionar en esta nueva narrativa televisiva. No obstante, José Luis Zarzalejo fue el primer director puesto en el aire. También Román Chalbaud formó parte de la televisión como asistente de dirección de Alberto de Paz y Mateo; a su vez, llegó Juan Lamata, quien culminó siendo directivo de RCTV. César Bolívar, discípulo de Román Chalbaud, es considerado uno de los mejores, con Sangre Azul y luego Estefanía. Este trabajo excepcional dio a las autoridades un visto bueno para nuestro hombre de teatro, colocándolo como director artístico de la TV Nacional en 1952, un medio que comenzaba a dar sus grandes frutos en Venezuela.

Ciertamente, se debe indicar que el paso por la televisión fue fundamental para el desarrollo de esta nueva forma escénica de la televisión venezolana.

La visión modernizadora que imprimió Alberto de Paz y Mateo a la escena venezolana, tanto en el teatro como en la televisión, va a ser de mucha relevancia, dado que apostaba a la unión de estas dos artes con el público.

Ahora bien, es importante mencionar un área en la que Alberto va a incursionar de manera muy breve, pero que dio sus pasos en este género artístico: la danza. Una evidencia de ello se nota desde sus inicios en este país, dado que el Club del Ballet, proyecto artístico que levantó revuelo a mediados de los años cuarenta, coincide con la llegada de Alberto de Paz y Mateo. En él participaron los bailarines Henry y Luz Thomson, quienes habían venido del Ballet Ruso del Coronel de Brasil. Estos habían actuado en Venezuela, se quedaron y fueron quienes crearon la cátedra de Ballet del Liceo Andrés Bello.

Ahora, en este grupo había tomado parte el joven bailarín Vicente Nebreda. Allí intervino Alberto de Paz y Mateo, realizando la dirección escénica; también estuvo a cargo del diseño de escenografía y vestuario. Por esos mismos años se encargó de la dirección de los primeros programas del Retablo de Maravillas, donde también actuó la talentosa Yolanda Moreno, así como en el Teatro de Danza que dirige Grishka Holguín. Al hecho le había quedado el gusto por la danza. Luego de la presentación realizada por el grupo mencionado anteriormente en el Teatro Municipal.

Con Alberto de Paz y Mateo, el público venezolano comenzaba a sentir y a ver una nueva manera y forma de las puestas en escena que se venían presentando desde las décadas anteriores. Esto dio un realce a la escena nacional, lo cual contribuyó a que una gran cantidad de estudiantes comenzarán a frecuentar e investigar este hecho teatral que ya venía avanzado en la escena nacional.

Nuestro hombre de teatro, Alberto de Paz y Mateo, también cruzó las fronteras hacia Norteamérica en 1958, donde pasó un periodo muy corto. Allí fue nombrado asistente de la cátedra de Literatura de la Universidad de Wyoming, Laramie, Estados Unidos. En este país dictó cursos de literatura dramática y también cursos sobre narrativa contemporánea, especialmente en el género de la novela. Asimismo, tuvo la oportunidad de viajar a Hollywood. Su actividad radial y televisiva lo llevó a encontrarse en este país con un arduo trabajo en la National Broadcasting Company, Incorporated (NBC), una de las cadenas de mayor rango para la época, con varias cadenas de radio y televisión. Trabajó en el departamento de traducción, adaptaciones y diálogos de la empresa cinematográfica Warner Bros. Este hombre era un eminente dialoguista, poniendo sus servicios al conocimiento del cine, la narrativa y el arte dramático.

Decide volver para, con nuevas experiencias y una nueva forma de ver el arte de la literatura, el cine y la narrativa, presentar esas experiencias en la escena venezolana.

Después de su retiro de la Televisora Nacional, se dedicará a fondo al teatro: a formar actores, hombres críticos y directores, y a dar clases en la universidad, así como a la representación de obras teatrales. En 1959, tras su regreso de Estados Unidos, durante la celebración del I Festival de Teatro de Caracas, llevó a escena dos obras con distintos grupos: la Federación Venezolana de Teatro, que presentó Abigail de Andrés Eloy Blanco, y el teatro Los Caobos, que representó Chuo Gil de Arturo Uslar Pietri.

Cabe destacar que, para el 4 de junio de 1962, estrenó en el Teatro Municipal de Caracas su obra “El acordeón”, un monólogo escrito para un actor capaz de satisfacer las exigencias de dicho texto dramático. El hecho teatral estaba muy imbuido en Alberto de Paz y Mateo, razón por la cual decidió abandonar su cargo de director artístico para dedicarse plenamente al proceso y crecimiento del hecho teatral venezolano y su puesta en escena.

Su gran actividad teatral y televisiva lo llevó a crear su grupo, fundando la compañía de teatro Nuevo Grupo; esto tuvo lugar el 27 de septiembre de 1967, sin saber él que este evento coincidiría días más tarde con su muerte. Carmelo Castro argumenta que: 

El 14 de septiembre del mismo año, Lourdes Canales, Administradora del Teatro de México, le invita a dirigir una obra del repertorio clásico español sobre el escenario del viejo convento de Alcoma, edificado en el siglo XVI. Iría a México pero primero pensaba trasladarse a Madrid a visitar a su madre pero todos sus planes dan al traste cuando el día 27 tiene que regresar del aeropuerto al no poder salir de viaje por sentirse mal. Dos días, después, el jueves 29, en el preciso instante en que es que examinado por un médico, le sobreviene un devastador infarto al miocardio que acaba con la vida del gran artista. (p, 2).    

La luz de este insigne hombre del teatro venezolano se apagaría antes de viajar a Madrid. Viaje que tenía previsto realizar para algunos asuntos personales, pero también para encontrarse con su patria y, de esta forma, traer esos nuevos acontecimientos que se estaban dando en España.  Se anunció la muerte de Alberto de Paz y Mateo. Sus restos fueron velados en un salón de ensayos del entonces Teatro de Cámara de Caracas, el cual más tarde se bautizó con su nombre, tal como lo conocemos hoy en día, como un merecido homenaje. Veintidós años dedicó este hombre, venido de España, al arte escénico venezolano, tanto en el teatro, la televisión y la danza, dejando un gran número de hombres y mujeres que siguieron su legado, dando hasta hoy frutos de una formación rigurosa, asertiva y significativa para el desarrollo del arte en Venezuela. Es importante mencionar que Alberto de Paz y Mateo se va sin poder culminar dos grandes proyectos, que no se pudieron efectuar por no contar con la producción del INCIBA. Eran La Celestina de Fernando Rojas y una versión de su autoría del Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, que tituló, El Caballero de la Triste Figura.

No obstante, mucho antes de su nombramiento en honor a Alberto de Paz y Mateo, cabe señalar que dicho teatro fue diseñado el 7 de septiembre de 1967 se realizó la inauguración del Teatro de Cámara de Caracas, nombre inicial del recinto, con una actuación del Ballet Nacional. Hacia finales de ese mismo año cambió su nombre por el de Teatro Alberto de Paz y Mateo en memoria del director recién fallecido. 

El diseño de esta edificación, especialmente concebida para las exigencias de la formación en danza, fue realizado por Ramón González Almeida, arquitecto de origen paraguayo. El Teatro Alberto de Paz y Mateos posee también, dentro de su historia, una originaria vinculación con la danza. Fue construido durante los primeros años sesenta por iniciativa personal de Margot Contreras, fundadora y directora de la Academia Interamericana de Ballet, centro de estudios determinante en la profesionalización del ballet clásico en el país.

En conclusión, así avanza la historia de este hombre insigne venido desde España para enarbolar su mundo creador en el arte, dejando una trayectoria que daría lugar a los avances en el arte escénico representado, luego en los hombres y mujeres que formó en su paso por Venezuela. Por tal motivo, algunos estudiosos del arte teatral venezolano lo consideran como un hombre de cambio, un hombre transformador y pujante que se abrió paso ante cada reto que se le presentaba, pero que jamás dejó de lado el cumplimiento de lo que él sabía hacer muy bien: la sustancia del arte escénico, su dirección, formación y mundo creador.

Hoy, Alberto de Paz y Mateo, sigue su legado, tanto por lo aportado en materia de enseñanza de una gran cantidad de hombres y mujeres que han dejado su huella en este arte escénico, televisivo, radial, cinematográfico, apuntando también a la danza. Sino que el nombre de un teatro lleva su nombre.  Y bajo ese cálido sol de Caracas, el Teatro Alberto de Paz y Mateos se levanta como un faro cultural, un espacio donde las sombras del pasado se entrelazaban con las luces del presente. Pero, es aquí donde debe estar presente su legado, que un teatro no debe ser tomado por las elites culturales y artísticas, sino que debe abrirse al ciudadano común, a aquellos artista que de una u otra manera realizan trabajos artístico para su crecimiento, y, en mucho de los casos, ven a éste teatro como una forma que pueda tenderle una , mano para su desarrollo creciendo y así formar parte de ese legado, que de muchas formas debe dejar las huellas de los nuevos artistas del hecho escénico venezolano.  A medida que los aplausos retumban, todos debemos comprender que el verdadero legado de Alberto de Paz y Mateo no era solo su obra, sino el impulso inquebrantable que debe brindar a cada artista para encontrar su voz única. Así, el teatro renace una, y otra vez más, como un hecho escénico, vibrante y eterno.

Fuentes Bibliográficas

Barrios, Alba Lía,     Mannarino, Carmen, Izaguirre Enrique. Dramaturgia
             Venezolana del siglo XX. Editorial Melvin. Caracas, 1997.
Compilación. Venezuela para jóvenes. Radio, Televisión, Cine, Danza y
           Deporte. Editorial. Líderes Editores, s.a. Caracas, 1997.  
Herrera, Carlos. Apuntes para armar una visión del País Portátil.

Editorial. Instituto Municipal de Publicaciones. Caracas, 2011.

Pinto, Gilberto. Gómez Obregón y su ÉpocaEl Teatro Venezolano de
          1945 a 1955. Editorial. CONAC. Caracas, 1999. 

Fuentes Electrónicas

Arias Solís, Francisco. Alberto de Paz y Mateo. Publicado: 20 de marzo del

2010. Disponible en: "franciscoarias.obolog.com". Consultado: 23 de abril de 2025.

Castro, Carmelo. Alberto de Paz y Mateo, 40 años de ausencia. Publicado: 2

de octubre de 2007. Disponible en: "tinternet.blogia.com". Consultado: 23 de abril 2025. 

Datos biográficos: Alberto de Paz y Mateo. Disponible en:

"www.venezuelatuya.com". Consultado: 23 de abril de 2025.

Maneras de mirar

Maneras de mirar

Miradas al escenario nace como resultado  del taller de Crítica Teatral organizado por la Compañía Nacional de Teatro de Venezuela durante e...