29.9.25

El actor sabe, el doble sentido de la autenticidad del intérprete. Por Freddy Antonio Torres González

 El actor sabe, 
el doble sentido de la autenticidad del intérprete.



El artista filósofo y actor técnico, ¿se puede trabajar uno sin el otro?
Es posible una técnica sin ética, o sea un técnica ciega sin la mirada al individuo que la propone y abrochada al público que le impone con esa mirada distraída y fácil.
Lo que el individuo- actor no quiere observar es reemplazado por aquello que la sociedad impone cuando el actor se distrae.

La convicción de que actuar debe ser una rebelión se tiene o no se tiene. Cuando se descubre esa convicción es lo primero que se origina en el individuo que se revela a lo que la sociedad le impone, divertir, consentir, disponer, atraer, distraer.
Debe ser una reunión del individuo frente a la palabra entendida como un valor literario y una lucha frente a la emoción no surgida en la realidad del trabajo.

Este viaje hacia atrás nos salva de la impunidad de ser lo que los otros quieren que el actor sea, lo que el actor hará con ellos que el público ha consentido de él será el tema que lo llame o el alerta o llamada que escuche.
Ése es su futuro.

Lo ético en lo universal y lo moral en lo singular.
El punto es que el equilibrio entre la vivencia y la expresión está constituido por el valor del proceso en no confundir amor a la verdad con miedo a la mentira del acto de actuar.
En la fugacidad de nuestro arte acontece el aquí y el ahora de cada momento, el sentido de la verdad del actor es un instrumento cargado de recursos técnicos.
No siempre estamos igual.
Aceptemos esta condición.

Cada acto interpretativo es único: lo que pasa hoy frente al público no volverá a pasar.
Somos protagonistas de esa fugacidad presencial; y como esa es la esencia de este arte personal que habitamos, debemos ser responsables de lo que eso significa para nosotros.

Desde el punto de vista de la técnica actoral, exige aprender dónde estoy, saber que debo trabajar para no someterme a la impunidad y por ello, perder la dignidad técnica.
En algún sitio del cuerpo parlante del actor existe la plenitud consagrada
Es algo muy difícil de construir y atrapar.
Esos momentos que nos hacen eternos.
El instante de una fusión muy difícil de explicar si queremos pertenecer al arte de lo fugaz.

Lo que no puede ser pensado se instala.
Lo que no sabemos cómo empezar el trabajo del actor fluye en los sitios más fértiles de lo inconsciente.
Nadie puede denominar ese acontecer.
Eso es porque así es, eso nos constituye como actores.

El teatro es para Peter Brook lo que ocurre en el misterioso presente, además está en eterno movimiento; es alli dónde la verdad puede ser redescubierta y experimentada.
El trabajo del director debe ser la búsqueda de diferentes lenguajes, allí mismo donde el actor es el artista responsable de comunicarse con el público, no el asombro sino la explosión de humanidad a través de la experiencia.

Por ejemplo en el teatro de Shakespeare es lo sagrado y metafísico lo magnífico y extraordinario, Pero no comete jamás el error de permanecer siempre en lo más elevado del ser humano y sus situaciones, porque conoce lo difícil que es permanecer en compañía de lo absoluto, y por eso envía sus personajes continuamente a la tierra.
La necesidad de lo apoteósico se une a la necesidad de lo irrisorio .

El acto teatral es un acto de liberación,
también de purificación.
Tanto la risa como las sensaciones internas
despejan los escombros del ser
un sistema hecho para permanecer
es lo opuesto que deja huella perenne
porque la purificación del ritual sagrado
hace que todo quede limpio y nuevo.

El teatro sagrado
no acepta la interpretación realista
intentan capturar la escurridiza realidad;
la realidad es muy huidiza
y la vida cotidiana también,
es una convención muy engañosa.

En el teatro,
no hay que esconder nada
"como artificial"
"real"
"o irreal".
Esto puede ser
que un movimiento cotidiano
puede ser hueco o trivial,
mientras que un gesto aparentemente extraño puede ser vehículo de un significado hondamente conmovedor y atroz .
En la escena lo que importa
es que la acción debe sonar a verdad
auténtica
verdadera
locuaz
Intermitente
mordaz
en el momento de su ejecución.

Recordemos
que la escena sagrada
que inició el teatro
el instante histórico inicial
era una ceremonia iniciática
espacio mágico
un rito sagrado.

Una ceremonia hacia encarnar lo invisible,
ahora hemos perdido el sentido del rito,
Pero algo queda en nosotros
como una memoria ancestral,
no se trata de imitar
la memoria de lo sagrado
de algo que resuena en nosotros
no es pretencioso ni arrogante
es captar lo invisible
sin perder el sentido común
un lenguaje especial.

Vivimos en una época de imágenes
pasamos por momentos de saturación
en ese instante aparece
la necesidad del lenguaje
no debe ser un lenguaje muerto
incapaz de expresar lo que verdaderamente le ocurre al ser humano.

Ahora existe un teatro popular próximo y va a la gente, este teatro siempre en cada época de crisis aparece como una revolución escénica y eso ocurre cuando el teatro se aleja de las personas.
En ese teatro encontramos chistes,
canciones
bailes
improvisaciones locales
es un teatro socialmente liberador.

También existe un teatro total
vivo,
mezcla de muchas vertientes
que nos atrapa como público
porque suscita algo especial
dónde los elementos puros e impuros
encuentra su lugar:
un teatro festivo,
de catarsis,
de exploración,
de significado compartido.
El teatro vivo es uno solo.

Freddy Antonio Torres González. Mérida, 2025.

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