1.9.25

Yaracuy: La alegría de una fiesta teatral, por Germán Ramos

 La alegría de una fiesta teatral

Relación del debate en el estado Yaracuy el pasado 28 de agosto

(Primera parte)

 

Germán Ramos, actor, director y dramatiurgo

 Por Germán Ramos

Conuco Teatro del Sol
Yaritagua - Estado Yaracuy

El arte escénico de las máscaras, la antigua tradición humana de desdoblar el espíritu en escena, desnudar el alma y vestirse del magnetismo colectivo que participa en la comunión del teatro, ha vivido en el Yaracuy su particular versión del Festival de Teatro Venezolano 2025. Diseñado y organizado desde el Centro Nacional de Teatro en Caracas, fue asumido y ejecutado exitosamente tanto por el ejecutivo regional y su nuevo liderazgo, como por nosotros, los protagonistas permanentes, perseverantes y resilientes que somos la familia del teatro en el país.

La primera etapa, desarrollada el jueves 28 con el rimbombante título de “Primera Jornada de Cartografía Teatral” —hemos señalado antes y lo sostenemos, que esta patología de querer estar inaugurando el mundo cada vez que tenemos la oportunidad, renombrando las cosas (es decir, cambiando palabras sin cambiar las maneras) e ignorando los aportes del colectivo, es una tendencia del egoísmo y la vanidad que tanto daño le hacen al arte y a sus cultores— funcionó para colectivizar la buena voluntad que caracteriza a la gente de teatro de nuestra región y promover un encuentro, a todas luces necesario e indispensable, para que el movimiento teatral del estado se reactive, se retroalimente y se fortalezca.

Estuvimos, en consecuencia, los que ya formamos parte de la tradición y escuela viva del teatro yaracuyano, una buena parte de representantes de nuevas voluntades, docentes y funcionarios de alguna propuesta estatal. A solicitud de los participantes, este vocero tomó la palabra en la instalación de la jornada para felicitar la propuesta y expresar, consecuentemente también, lo que consideramos el reclamo y la argumentación que tenemos contra una gerencia cultural cuarto republicana en sus formas, que no ha satisfecho las expectativas del movimiento y que lo ha irrespetado reiteradamente. Imagínense: una buena y sentida ovación. Así culminó mi saludo como voz del movimiento y, en especial, de esa escuela viva, familia hermosa allí presente.

Juiciosamente se instalaron las mesas programadas, con una participación que no fue mayor que en eventos anteriores similares, disfrutando de muy buena atención por parte del equipo anfitrión. Esto en la renovada versión que, como autoridad única de cultura del estado, se inicia con el escritor y animador sociocultural Juan Manuel Parada Serrano, sin dudas uno de los más calificados rectores de cultura que haya tenido el Yaracuy en las últimas décadas, y quien, a conciencia, se inaugura en esta nueva responsabilidad institucional del gobierno bolivariano.

Puntualmente, siguiendo el guion, se cerraron las mesas y, tras un breve interín, nos vimos leyendo las conclusiones o respuestas al cuestionario planteado que regía la mesa de trabajo. El espíritu fraterno y constructivo de la asamblea obvió la discusión o el detallar siquiera los informes que produjeron las mesas, y así mismo se procedió a la elección de quién representará al estado Yaracuy en el Encuentro Nacional de estas Jornadas, que ha de realizarse, según el programa del festival, próximamente en la capital del país. De manera que, sin detallar o cerciorarnos de la calidad de los votantes en su totalidad y de la manera más abierta y pública —al levantar la mano por los candidatos propuestos—, la cuenta final favorece a quien escribe. Germán Ramos, entonces, será el vocero que por mayoría decidió, precisamente, la escuela viva a que me refería al comienzo. Luego nos enteramos de que el resultado era toda una paradoja para quienes sí habían estado promoviéndose en campaña, amarrando votos y esas viejas manías del juego democrático.

En fin, podemos afirmar que esta primera jornada resultó bastante exitosa. Se manifestó e impuso el espíritu fraterno y paciente de quienes por décadas hemos estado manteniendo —permítanme el lugar común— con sangre, sudor y lágrimas lo que es el fundamento del teatro yaracuyano actual; resistiendo con fuerza y luz la falta de políticas, coherencia y justicia desde las últimas décadas del siglo pasado, y aún en lo que va de nuestro gobierno bolivariano. Y tristemente debemos reconocerlo: también de quienes, desde ese gobierno, representan a esta familia y contribuyen a malgastar los mermados recursos que la patria en este momento puede designarle al sector.

Esperamos la organización y entrega de los documentos finales por parte del Instituto de Cultura.

 

Germán Ramos

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