6.9.25

Jesús Benjamín Farías: “Aferrarnos al teatro es una esperanza de futuro…”, por Oscar Acosta

 Las lecturas infantiles lo condujeron al escenario

Foto archivo Jesús Benjamín Farías

“Aferrarnos al teatro es una esperanza de futuro…”

Jesús Benjamín Farías Rojas aprendió la dirección teatral trabajando 
en las escuelas.

Por Oscar Acosta 

Nacido hace más de cinco décadas en Puerto La Cruz, Anzoátegui, este docente, actor y dramaturgo ha dedicado su vida al teatro con notable tesón, consolidándose como una figura destacada de la escena regional, con proyección en el ámbito nacional. Este último logro es destacable, dado el centralismo que aún persiste en nuestras prácticas culturales, pese a los esfuerzos de los gestores del sector.

¿Cuál fue su primera experiencia con el teatro?

Mi primer contacto fue a mediados de los 80 como espectador de El extraño jinete de Michel del belga Michel de Ghelderode, montada por el Teatro Estable de Barcelona bajo la dirección de Kiddio España. La experiencia me trastornó la vida en la adolescencia. La obra, ambientada en un ancianato desesperanzado donde los personajes aguardan a la muerte que nunca llega para llevarse a alguno que elija, me impactó profundamente, desarrollando en mí un gran interés por arte dramático.

Foto archivo Jesús Benjamín Farías

¿Cuál fue su formación como artista? ¿En cuales obras ha participado?

Comencé en 1995 en el Taller Permanente de Puertoteatro, donde estuve dos años con clases de actuación, expresión corporal, escenotécnica e historia. Mi primer montaje fue Acto cultural de Cabrujas. Luego integré el elenco de esta institución escénica durante siete años. Un taller de dramaturgia con Carlos Sánchez Delgado me impulsó a escribir Con olor a flores agonizando, para el grupo Tabla Abierta, al que luego me uní y que marca gran parte de mi trayectoria. Paralelamente, estudié en Unearte, graduándome como Licenciado en Teatro, mención actuación. Con el Tabla Abierta me desarrollé como actor enespectáculos infantiles en los montajes de Cuentos perversos..., Brujonadas y otras piezas como ¿Vamos al sexólogo o...? de Juan Ramón Pérez y Daniel Dambolena y El secuestro de Ernestina, en versión y dirección de Igor Balaguer.  Como director, he montado algunas de mis obras y dirigido actores en El Tartufo de Moliére. Tras mucho tiempo sin actuar, regresé hace dos años con Los fantasmas del teatro Cajigal de Villegas y Fermín y, actualmente, en El último día (Villegas) interpreto un rol.

¿Cómo ha sido su labor docente? ¿Cuáles materias son su especialidad?

Soy profesor graduado en Educación Integral. Comencé a dar clases en 1997, dando materias teóricas en colegios privados: Castellano y Literatura; Historia Universal y de Venezuela; Cátedra Bolivariana y; Educación artística. Luego, en la Escuela Bolivariana Antonio José Sotillo, enseñé y dirigí teatro con niños del 1° a 6° grado durante 15 años. Digo con orgullo que el auditorio de ese centro escolar lleva mi nombre. Esta experiencia fue fundamental para mi formación como director: no hay mejor aprendizaje que darle clases de teatro a niños. Actualmente soy docente del Programa Nacional de Formación PNF de teatro de Unearte.

¿Cómo ha sido tu relación con la escritura?

Aprendí a leer a los cuatro años. Mientras los demás chamos jugaban, yo leía y leía. Escribo desde niño, influenciado por Chulola, una señora amiga de mi abuela que me entretenía con sus relatos de la isla de Margarita. Luego me atraparon autores como Gabriel García Márquez, José Ignacio Cabrujas (mi preferido), Henri Ibsen y Williams Shakespeare. Por supuesto que ese fue el primer estímulo para escribir. Mi obra oscila entre en realismo social, con obras como Ave de rapiñaBichito raro, y la indagación histórica, presente en las piezas Aroma de orquídeas y la trilogía sobre Laureano Vallenilla Planchart, quien fuera ideólogo y ministro del gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Al día de hoy he escrito 54 piezas teatrales; algunas malas, otras regulares y unas cuantas que han gustado como para ganar concursos o ser escenificadas.

Foto archivo Jesús Benjamín Farías

¿Cuál es la función que le asigna al teatro respecto a la sociedad?

El teatro cumple todas las funciones necesarias para mejorar y auxiliar el espíritu: entretener, sensibilizar, despertar conciencias, ser refugio para almas vulnerables. Es un bastión de lucha de los desposeídos y por eso siempre se le ha perseguido: en Grecia, Solón desterró a Tespis, quien según los antiguos fue quien primero escenificó un drama; los puritanos ingleses quemaron teatros; Las bodas de Fígaro de Pierre Beamarchais, enfrentó a la corte francesa, y en la dictadura de Gómez encarcelaron a Francisco Pimental, Job Pim, poeta, humorista y dramaturgo. La esencia del arte teatral es la resistencia, ha visto gobiernos caer, para luego resurgir de las cenizas. Aferrarnos al teatro es una esperanza de futuro, ante la sinrazón y la violencia del mundo actual.

¿Qué te propones actualmente dentro del quehacer teatral?

Recién enviamos la propuesta al III Festival Teatral Anzoategui te enamora, que organiza la gobernación a través del Instituto de Cultura del estado Anzoátegui, de un sainete llamado El remedio, de tema familiar y ambientado en Margarita, del que soy autor y director. Se trata de una nueva experiencia teatral que exploro, pues siempre me he dedicado como autor a piezas de corte social o histórico. El montaje es un esfuerzo como equipo del grupo Tabla Abierta. Estamos a la espera de la respuesta.


Algunas obras galardonadas:

  • Ave de rapiña: Premio Autores Inéditos (Monteávila).
  • Yo soy la Sáenz: Concurso Nacional de Literatura (Ipasmé). Bichito raro: Mención honorífica Concurso Leopoldo Alas Mínguez.
  • La Avanzadora: Premio Nacional Gilberto Pinto y Premio Municipal Luis Brito García.
  • Animal político: Premio Dramaturgia Trasnocho Cultural.
  • La furia de Dios: Premio de Dramaturgia Apacuana.

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