2.9.25

Comentarios crítica de arte: La estética y la crítica de arte (I). Eduardo J. Bravo G.

  

Comentarios crítica de arte:

La estética y la crítica de arte (I)

 

Por: Eduardo J. Bravo G.

La elaboración de una crítica de arte implica, en gran medida, sumergirse en el proceso creativo que subyace a la obra y comprender la interrelación entre la forma de la crítica y la obra misma. Esto requiere un entendimiento que abarca desde el contexto histórico de la creación artística hasta las dimensiones sociales, culturales y artísticas que la rodean. Se debe enfocar la investigación en la teoría del arte, un aspecto crucial que, lamentablemente, presenta desafíos en Venezuela.

En nuestro país, la crítica de arte a menudo carece del rigor especializado necesario. Con frecuencia, el análisis recae en sociólogos, periodistas o psicólogos, en lugar de expertos en la disciplina de la crítica de arte. Si bien existen excepciones notables de profesionales que abordan la teoría de la crítica de arte con respeto y una sólida investigación, la situación general deja mucho que desear.

En el contexto posmoderno, a menudo se observa una difuminación de los límites entre la práctica de la crítica y la producción artística. La crítica, esencialmente, es la capacidad humana de emitir juicios sobre escenarios, eventos, situaciones e incluso los universos concretos que los artistas crean. Implica confrontar ideas y, quizás, ofrecer una interpretación imparcial de lo observado.

El crítico de arte debe poseer un sólido bagaje cultural y contextual en el ámbito artístico, que le permita analizar el papel de la obra en la sociedad. Es fundamental recordar que el arte y su mercado impulsan la aceptación de nuevas propuestas artísticas, formas innovadoras, tendencias y estilos, pero también de eventos significativos que moldean el tejido cultural de la época.

En definitiva, la crítica de arte se centra tanto en el análisis previo a la creación de la crítica en sí, como en el impacto estético que la obra puede generar en el espectador: el gusto que despierta y las emociones que provoca.

"¿Cómo debemos entender la crítica en este contexto? ¿Se trata de una crítica con sesgos ideológicos impuestos por el poder político dominante? ¿O es una crítica imparcial? ¿O acaso me dejo llevar por mis preferencias estéticas personales, alejándome del análisis del valor cultural y artístico intrínseco de la obra? La cultura de masas visualiza lo imaginario, lo que me convierte en un crítico múltiple, con un criterio propio sobre las formas. Estas formas, a su vez, adquieren características que permiten una crítica contextualizada dentro de su momento histórico y social. Sin embargo, en ocasiones se genera una crisis de la crítica, como ocurre actualmente en Venezuela. En estos casos, la crítica se convierte en un juicio personal sobre cómo "debería ser" la obra, llegando incluso a expresiones como "yo lo haría así" o "mi percepción no coincide con el resultado". Esta subjetividad exacerbada, genera una crisis en la forma de criticar.

La inmediatez que a veces impregna el arte venezolano plantea un desafío particular a la crítica. La controversia inherente a la crítica de arte se intensifica cuando no se reconoce la validez de perspectivas ajenas, limitando el análisis a un único punto de vista. En estas circunstancias, la obra artística se vuelve receptiva únicamente a críticas que favorezcan un gusto estético predeterminado.

Este silencio cómplice socava la evolución del arte, que debería nutrirse de intereses, debates y críticas constructivas. Incluso los programas de televisión, como medios de producción masiva, han limitado el crecimiento del hecho artístico.

Afortunadamente, algunos críticos han logrado sustraerse a esta tendencia, realizando análisis rigurosos y profesionales. Estos trabajos confrontan el gusto estético y las diversas posiciones dentro del debate crítico con la teoría y la forma artística, logrando así rescatar la esencia del análisis.

Una crítica de arte sólida se distingue por su enfoque en los temas centrales de las prácticas artísticas -teatro, artes plásticas, cine, música, danza, entre otras- en busca del origen, las características y las figuras clave que dan forma al desarrollo de la crítica. Estos aportes son valiosos, y el crítico de arte debe involucrarse en este proceso histórico, incluso en momentos en que las manifestaciones artísticas puedan resultar poco convincentes."

Al profundizar en el tema, surgen aclaraciones que disipan posibles interrogantes. Específicamente, se busca elucidar aspectos relacionados con el crítico de arte: su perspectiva, su forma de contemplar y, finalmente, su crítica de una obra. Con este propósito, se presentan comentarios y reflexiones basadas en citas de Lionello Venturi y Gaëtan Picón, recopiladas en la "Antología. Textos de Estética y Teoría del Arte" de Adolfo Sánchez Vázquez, las cuales amplían los conceptos introducidos anteriormente.

En la formación de un juicio artístico, la preferencia individual es inevitable. Es natural que una "linda muchacha" de Renoir resulte más atractiva para muchos que un rudo campesino de Cézanne. Sin embargo, incluso quienes se inclinan por Renoir pueden reconocer que el campesino de Cézanne merece atención y que su obra posee cualidades ausentes en la pintura de Renoir. Así, se advierte que las cualidades de ambas pinturas son diferentes: una, más atrayente; la otra, menos. No obstante, cada una posee su propia cualidad intrínseca. La cualidad de una obra de arte, por lo tanto, no depende únicamente de su capacidad de atracción, sino que reside en la obra misma, independientemente del gusto personal. Es una cualidad objetiva, inherente a la obra, y esa cualidad es lo que definimos como arte (Lionello Venturi, Cómo se mira un cuadro, p. 195).

Por lo tanto, un crítico que se limite a una única forma estética, construyendo un gusto personal basado en perspectivas estrechas, restringe su propia libertad y, aún más importante, limita su capacidad de comprender y apreciar la estética genuina presente en el acto creativo."      

Este caso pone de manifiesto la inevitabilidad de la preferencia individual al comparar obras de arte. Aunque el juicio estético conlleva una dosis de arbitrariedad, una preferencia informada y consciente, en lugar de constreñir, enriquece nuestra interpretación del concepto artístico.

Lionello Venturi ilustra esta distinción con el ejemplo de una "linda muchacha" de Renoir, que probablemente atraiga a más personas que el cuadro de un "rudo campesino" de Cézanne. Venturi utiliza a Renoir, un famoso pintor impresionista francés, conocido por sus obras resplandecientes e íntimas, especialmente sus desnudos femeninos, para ejemplificar esta idea. En Renoir encontramos armonía en las líneas, brillantez en el color y un encanto íntimo en la variedad de sus temas.  La contemplación de un cuadro de Renoir suele ser un ejercicio de placer, un encuentro con la belleza que atrae al espectador a explorar su profundidad.

Por otro lado, Cézanne, otro pintor francés y reconocido como el padre del arte moderno, presenta una síntesis ideal de representación naturalista, expresión personal y orden pictórico abstracto. Si bien ambos pintores son indudablemente distintos en su presentación, el cuadro de Cézanne, incluso el de un campesino, posee cualidades que no se encuentran en la pintura de Renoir.

El gusto del observador por uno u otro cuadro depende, en gran medida, del estilo que le resulte más atractivo. Como señala Venturi, para muchos, la "linda muchacha" de Renoir es más cautivadora. Sin embargo, al realizar una crítica de ambas obras, es crucial que el crítico, como indica el propio Venturi, se esfuerce por esclarecer las cualidades únicas de cada pintor. La capacidad de apreciar y articular estas cualidades es fundamental para que el crítico se vea reflejado en el análisis de la obra, reconociendo que las virtudes de los diferentes artistas son inherentemente diversas.

Es precisamente la libertad observadora la que permite formular afirmaciones sobre la naturaleza de las obras de arte, catalogándolas como 'esto' o 'aquello'. En este proceso, no existe un gusto ideológico predeterminado ni una única forma 'correcta' de apreciar el arte; simplemente se describe lo que la obra es y lo que presenta al crítico. El gusto estético personal se desvanece, transformándose en un mero ejercicio crítico centrado en el gusto por la preferencia y en lo que se debe decir sobre la obra, enfocándose en la visión y la intención del artista. En consecuencia, la crítica debería orientarse siempre a favorecer al artista y su obra, resaltando su contribución al crecimiento creativo, ya sea individual o colectivo, como ocurre en el teatro, el cine y otras artes colaborativas.

Venturi, nos va a ampliar mucho mejor este concepto cuando afirma que:


Cualidad de una obra de arte, por lo tanto, no depende por completo de la atracción que ejerza en usted, puesto que es una cualidad relacionada con la obra misma y no con su gusto disgusto. Es una cualidad objetiva, una cualidad en sí misma, y esta cualidad se llama arte. (Lionello Venturi Cómo se mira un cuadro. p. 195).

La crítica de arte, destinada tanto al artista como al público, debe fundamentarse en una comprensión profunda de la obra que se analiza. El objetivo es promover un debate informado y respetuoso sobre sus méritos, guiado por criterios objetivos y no por el mero capricho individual.

Veamos que Venturi nos indica:

Entonces usted, como espectador hipotético pensará o dirá “Me gusta la muchacha bonita de Renoir más que el rudo campesino de Cézanne pero reconozco que ambas poseen esa cualidad que lo convierte en obra de arte”. En este momento no cesa de dejarse dominar por una preferencia arbitraria y penetra en el terreno de la crítica de arte. Las declaraciones: “Esta es una obra de arte” o “esta no es una obra de arte” constituyen la primera y última conclusión de la crítica de arte (Lionello Venturi Cómo se mira un cuadro. p. 195).

Venturi lo expone con claridad, anticipando su conclusión como crítico de arte: la distinción entre lo que es y no es una obra de arte. En cierto modo, esto revela una verdad fundamental. Un crítico, al enfrentarse a un cuadro, una película, una obra teatral, una escultura, un edificio o una obra literaria, debe suspender sus propios criterios preconcebidos para analizar la obra con objetividad. Para ejercer la crítica de manera pura, sus preferencias personales deben quedar a un lado. Sólo así podrá apreciar la estética de la obra, libre de prejuicios, limitándose a contemplar lo que tiene ante sí.

A raíz de las ideas de Venturi, quien destaca con claridad la importancia de la formación para un buen crítico, considero necesario abordar la problemática de las críticas infundadas que a menudo encontramos en nuestro país. Venturi señala que, para trascender la mera preferencia individual ante una obra de arte, el requisito fundamental es la cultura. No basta con la simple opinión; se requiere un amplio conocimiento del arte, del artista, de su contexto histórico, social y cultural, así como de la corriente artística en la que se inscribe la obra. Solo así es posible emitir juicios informados y argumentados.

Además, si se trata de un artista con un fuerte compromiso ideológico, el crítico debe ser consciente de ello y comprender las implicaciones, pero sin prejuzgar la obra por esta razón. Tanto el artista como el crítico deben evitar la deformación que surge del sesgo. La crítica, en su esencia, conecta al individuo con la experiencia artística de una manera significativa.

En este proceso, mi propia individualidad queda relegada, pues me enfrento a una obra que, aunque conocida en cierto grado, exige una apertura constante. Venturi profundiza en este aspecto más adelante. Insisto en la relevancia de este enfoque, especialmente en lo que respecta a la sensibilidad artística al encontrarnos con la obra de arte. Como afirma Venturi:

 

Lionello Venturi afirma que la sensibilidad artística es fundamental para cualquier juicio estético. Sin embargo, esta sensibilidad no es un elemento simple, sino el resultado de una combinación de diversas actividades humanas. Como señala Venturi, es evidente que quienes disfrutan contemplando cuadros, y lo hacen habitualmente, están mejor preparados para juzgar una pintura, discerniendo entre lo bueno y lo malo, que aquellos que carecen de esa experiencia (Venturi, Cómo se mira un cuadro, p. 196).

 

En otro orden de ideas, la reflexión de Gaëtan Picon en La estética y la crítica me ha resultado especialmente estimulante. Su pregunta: "¿Qué es criticar sino pronunciarse sobre el valor de las obras?", plantea la crítica como un análisis de las cualidades, más que una simple enumeración de defectos. Picon sugiere que intuitivamente concebimos la crítica, en el ámbito literario por ejemplo, como un campo de valores. No se trata de un objeto de conocimiento histórico o de meros comentarios filosóficos, ni tampoco, según Picon, de un simple objeto de juicio. A continuación, veremos cómo desarrolla esta idea:

 

El juicio crítico no podría ser, por supuesto, una suerte de decreto altivo que confiera o niegue a la obra un valor, de tal modo que el crítico tuviera casi la ilusión de ser la fuente de ese valor: a pesar de lo que diga Hugo, sólo el crítico de caricatura tiene el sentimiento de ser superior a la obra que elogia. El juicio no es un decreto, sino un reconocimiento: criticar es reconocer en la obra la presencia (o la ausencia) de un valor. (Gaëtan Picón, La Estética y La Crítica, p. 204).  

Es evidente que el juicio estético no se basa en decretos arbitrarios, sino en el reconocimiento. No se trata de imponer un valor a la obra de arte, sino de comprenderla. Se identifica al artista, se analiza la técnica y el proceso creativo, ya sea una creación individual o una obra colectiva como una pieza teatral, una película, un montaje musical o una coreografía. Se determina, entonces, si la presencia o ausencia de valor es inherente a la obra misma. Por esta razón, los prejuicios son un obstáculo para una apreciación genuina, impidiendo una crítica que se ajuste a los cánones establecidos. En consecuencia, la influencia alienante debe ser descartada para permitir que el juicio del gusto se exprese libremente.

En relación con esto, Picón nos ofrece el ejemplo de La Cartuja de Parma, donde Balzac reconocía la presencia del genio novelístico, mientras que en "Hernani" identificaba la ausencia del genio dramático. "Tal es el crítico." (Ob. Cit. p.204)."

Ser un buen crítico de arte es una tarea delicada que exige una profunda comprensión, comparable a una cirugía de alta precisión. Así como un cirujano necesita un conocimiento exhaustivo del cuerpo humano y especialización en su área, el crítico debe poseer un dominio completo de la obra de arte que analiza.

El proceso crítico implica un desmantelamiento meticuloso, utilizando el conocimiento como un bisturí para examinar cada componente de la obra. El crítico debe internalizar cada detalle para luego reconstruir la totalidad, como si cosiera nuevamente la obra con el hilo del conocimiento. Esta inmersión profunda permite extraer la esencia de la obra y emitir un juicio de valor fundamentado, que no sea un mero decreto, sino un reconocimiento auténtico.

Como señala Picón, la crítica surge del reconocimiento de la obra de arte. El autor de La Estética y la Crítica presenta esta idea de manera muy clara, y me detuve a analizarla en profundidad cuando afirmaba lo siguiente:

¿No es el personaje que esperamos? ¿No es en un triunfo de la crítica donde se completa ese esfuerzo siempre infeliz de la conciencia por alcanzar la obra en su esencia misma: su valor? La sombra, que el escritor ha logrado hasta el presente distanciar, ¿no viene al fin a su encuentro? Lo que ni la filosofía del arte, ni el análisis estético de las formas, ni la ciencia, ni la historia nos han descubierto, ¿no es acaso la crítica la que, del modo más natural, nos lo aporta? ¿La crítica no es la experiencia estética misma, esa experiencia que a todos llama y que ninguna otra perspectiva puede asir? (Gaëtan Picón, La Estética y La Crítica, p. 204).

En conclusión, y en relación con lo leído, considero fundamental la siguiente cita de Picón, la cual ilumina mi interpretación de su artículo sobre Estética y Crítica. En ella se explicita que el crítico no es el sujeto de la experiencia estética en sí misma, esa experiencia que lo abarca todo y que ninguna otra perspectiva logra capturar. Esta idea se manifiesta en la pregunta que el crítico se plantea a sí mismo: ¿Dónde se sitúa el crítico de arte al contemplar una obra? La respuesta, implícita en la reflexión de Picón, nos conduce a valorar los lenguajes particulares de cada crítico, influenciados por el gusto, el análisis crítico y el juicio, pero especialmente condicionados por el momento histórico, el lugar y el espacio en el que le toca observar la obra. Esta reflexión me recuerda a Lionello Venturi, quien nos explica detalladamente cómo observar un cuadro. Debo destacar que la lectura ha sido sumamente enriquecedora y fructífera para la comprensión de la teoría del arte, el juicio crítico y el gusto estético. Queda claro que analizar una obra de arte no es una tarea simple y mecánica, como preparar un arroz con leche, que, por cierto, también tiene su propia complejidad.  Vuelvo a las preguntas iniciales, aplicándolas ahora a la crítica: ¿soy un crítico imparcial? ¿O influyen en mi juicio mis propios sesgos ideológicos, religiosos, culturales o partidistas? ¿Me dejo llevar por mis preferencias personales, por aquello que mi gusto estético me dicta? ¿Promuevo una cultura de masas que exalta lo imaginario? Si es así, me enfrento a una identidad crítica múltiple y compleja. ¿Poseo un criterio propio y sólido para analizar las formas artísticas? ¿O soy más bien un catalizador de la crisis en la crítica misma? ¿Genero esa crisis para provocar el debate, o fomento el caos para que el arte se perciba como una crítica genuina de algo concreto? ¿O soy simplemente un espectador más, observando la obra de arte sin emitir un juicio de valor significativo? Mi apreciación de la obra de arte se basa en lo que puedo discernir individualmente, lo cual podría hacerme parecer un conocedor de la materia y permitirme comprender la forma de lo que observo. Posteriormente, emitiría un juicio de gusto que, presumiblemente, se alinea con la estética posmoderna predominante en la crítica de arte actual."

Caracas 24 de agosto 2025

Fuentes Bibliográficas 

Sánchez Vásquez, Adolfo. Antología. Texto de estética y teoría del arte.

Consultado 19 de noviembre de 2018. [Libro en Línea].

http://www.antologiadeesteticayteoriadelartepdf.adobereadear

Venturi, Liornello. Cómo se mira un cuadro: De Cwtto a Chagall. Ed. Losada,

Buenos Aires, 1954

 

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