30.9.25

  

Un punto de vista

Sobre la crítica teatral en Venezuela

y sus ejemplos actuales

por Carlos Rojas

criticarojas@gmail.com

Especial para Miradas al Escenario

Hubo un tiempo en Venezuela en que la crítica teatral tenía peso, criterio y era discernida por el movimiento teatral. Se escribía con ideas claras, con base en mucha lectura y presencia constante en las funciones, sin que importara incomodar al poder o a los creadores por igual. Se hablaba con claridad, se analizaba la puesta en escena, se discutían las dramaturgias y se problematizaban la ética y estética del teatro nacional.

El Círculo de Críticos de Teatro de Venezuela, Critven, nació en los años 80, como un espacio donde el análisis estético se celebraba y donde decir "soy crítico" implicaba una responsabilidad con el movimiento escénico, no una mera afirmación autocomplaciente. Critven representaba el ejercicio de la crítica como un compromiso intelectual y ético para aquel momento.

Ya extinto Critven desde hacía años, en el 2013, con la intención de darle continuidad fue creada la Asociación Venezolana de Crítica Teatral, Avencrit, con el impulso principal de Carlos Herrera (+), Bruno Mateo (+) y Edgar Moreno-Uribe (+), secundados por otros como Luis Alberto Rosas, Joaquín Lugo y Walter De Andrade.

En sus inicios, la asociación se constituyó como una oportunidad para proyectar voces, formar nuevos críticos, divulgar, debatir y acopiar la memoria escénica venezolana. Sin embargo, tal perspectiva se disolvió con rapidez.

El alejamiento de Moreno-Uribe, así como el fallecimiento de Herrera y Mateo, dejaron a la organización sin una orientación constructiva, revelando lo que hoy es evidente: Avencrit se convirtió en un simulacro que sobrevive sólo en las ocho iniciales de la sigla y que resucita anualmente con la rebatiña de menciones, premios, placas y diplomas que entrega anualmente, mientras la crítica real ha desaparecido como actividad regular de quienes, se asumen como sus miembros.  

Hoy, Avencrit opera como un núcleo de opinión excluyente en el este de Caracas: ignora conscientemente una gran parte de la actividad teatral que se hace en la capital -aunque es mejor decir en el país-, mientras se concentra en la escena que se hace hacia el este de la ciudad. Su actividad central ya no es el análisis riguroso ni la producción de pensamiento escénico; su única función identificable es la de reconocer a quienes están dentro de su círculo social y armar una ceremonia anual con relativa proyección en las redes sociales; no existen de su parte y de manera consecuente aportes ni reflexiones sobre el acontecer teatral. Tampoco son tomados en cuenta para sus premios -casi la única razón de existir de este núcleo- el teatro comunitario, estudiantil, político, de calle y político.  

Con suficiente capacidad para producir opiniones de contribuyan a la sana polémica, es doblemente lamentable que sólo se limiten actualmente a simular el ejercicio de la crítica.  Por un lado, pretenden legitimarse como una voz escénica a tomar en cuenta, ignorando la posibilidad de que nuevas miradas y opiniones sean escuchadas, a pesar de un taller de "iniciación a la crítica teatral", impartido por uno de sus miembros el año pasado; por el otro, con el certamen anual de premios otorgados, no sabemos con base en cuáles criterios, politizan incorrectamente a un gremio ya bastante dividido, convirtiendo el ejercicio de la crítica en un mecanismo de exclusión ideológica, más interesado en consolidar amistades y la cercanía con afines políticos que, en evaluar, cuestionar o analizar la actividad teatral. En el pasado, cuando hacían crítica de manera regular fue notable la ausencia casi total en sus escritos de personas o agrupaciones proclives al gobierno chavista. Ni hablar del listado anual de los nominados a sus premios.

Premios Avencrit 2024/ Fuente: Externa.

Los premios que en tiempos de Critven fueron un compromiso con la honestidad intelectual y amor por el teatro, se han convertido en un mecanismo de autoprotección y validación entre iguales. Por cierto, también tendríamos que criticarle a Critven el haber centrado la atención principalmente en la capital, pero en su descargo parcial, debemos recordar que eran tiempos preinternet, cuando la información teatral padecía de unos aislamientos regionales casi infranqueables; las condiciones actuales son otras.

La esporádica existencia de Avencrit no es pasajera: llevan años que sólo sabemos de ellos por la ceremonia premiadora.  Los miembros de la asociación que se asumen y dan declaraciones como tales perdieron el riesgo, la voz, la seriedad política y la capacidad de incomodar al poder y, a quienes ejercen como activadores culturales, independientemente de su posición ideológica. Redujeron la práctica crítica a un formalismo mediático de nombres nominados; olvidando que criticar no es organizar un auditorio anual de aplausos, sino cuestionar, dialogar y problematizar.

Los nominados se prestan a la ceremonia, sea por simple candidez o cortesía, por el orgullo de ganar un premio venga de quienes venga o por creer que la asociación ejerce regular y efectivamente la crítica. Nuestra modesta recomendación a los futuros nominados para aceptar la distinción es que indaguen cuáles, dónde y cuál es la cantidad de críticas escritas por los convocantes el último año.  

Entenderán que no es que se les tomó en cuenta para un premio, sino más bien que con el uso de sus nombres y esfuerzos creativos se está legitimando un evento sin sentido constructivo para el teatro venezolano. Más que ser honrados, están honrando inmerecidamente a un núcleo que pretende ganar indulgencias con escapulario ajeno.

En Venezuela, la crítica teatral no necesita estar repartiendo diplomas ni inventar rituales de premiación. Requiere argumentos sólidos, polémicas en positivo, riesgo y memoria, la capacidad de incomodar al poder cultural y a los trabajadores teatrales sin temor, y la disposición a abrir el diálogo más allá de las fronteras que imponen la polarización política, la geografía y las diferencias sociales o culturales. Mi intención en estos párrafos no es descalificar a nadie, sino señalar la inactividad de Avencrit en relación con los objetivos trazados en su fundación. Invito a sus miembros a contribuir positivamente al debate y la reflexión sobre lo que se hace actualmente en la escena venezolana.

Imagen cortesía del blog Miradas al Escenario

Frente a este panorama, la importancia del espacio virtual Miradas al Escenario es clara, esfuerzo colectivo surgido hace pocos meses, demuestra que la crítica puede democratizarse, descentralizarse y abrirse a todo el país. Este blog expone voces diversas, fomenta la reflexión colectiva, pedagógica y práctica, y se ha convertido en un espacio donde la crítica deja de ser un privilegio practicado por unos pocos y pasa a ser una herramienta formativa y un espacio que promueve el debate nacional.

Esta novedosa democratización bloguera de la opinión dramática, no sólo abre espacios a quienes habían sido ignorados -expresiones indígenas, artistas escénicos regionales, grupos emergentes y teatralidades subestimadas-, sino que también recupera la memoria de la crítica venezolana, frenando el que se repitan errores y se desperdicien aciertos de experiencias anteriores.

Según lo que creo, Miradas al Escenario tiene que recorrer aún un importante camino de superación. Intuyo mucha timidez en algunas de sus notas por criticar o señalar lo que pueden ser faltas en los espectáculos.

Me niego a creer que el teatro venezolano, en medio de una crisis tan tremenda, sea una muestra de tantas perfecciones escénicas. En algunas reseñas, es evidente la intención de publicitar, más que de criticar o analizar.

También, desentonan con el espacio algunos escritos un tanto pesados, que parecen escritos para la academia. Aún con estas indefiniciones que se irán resolviendo con el tiempo, en todo caso y sin duda alguna, hoy día este blog es la mejor opción para obtener información de amplitud sobre el quehacer teatral venezolano, siendo una ventana muy seria para la crítica del sector. ¡Por alguna razón, ya supera las 10 mil visitas!

El teatro independiente y alternativo (el que más me interesa) que, en Venezuela se hace con recursos mínimos, en territorios olvidados y con urgencia estética y social, no necesita permisos ni sectas para ser leído, divulgado y analizado. Necesita interlocutores honestos, lectores críticos y textos incómodos. La buena crítica no debe ser un alarde egocentrista ni un capricho para homenajear a los afines, sino un acto político, un acto de memoria y un acto de amor al teatro.

La conclusión es clara: no debemos convalidar que la crítica continúe aparentando ser tal, tergiversada su denominación por rituales anuales, afectos personales o geografías limitadas. La escena, la memoria y el pensamiento crítico exigen espacios abiertos, inclusivos y sinceros. No trato de censurar con estas palabras, sino de poner las cosas en su justo lugar.

Carlos Herrera (1957-2016). Foto Cortesía del Archivo Personal de CEH.

Como lo dijo Herrera, refiriéndose a la crítica teatral en Venezuela: "Son tiempos de sumar y de seguir creciendo en, por y para el teatro nacional. Ojalá todo sea más que un sueño y no mero artificio de intención".

CR (@mipuntocritico)

 

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