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11.12.25

La Escuela de Teatro Inés Laredo celebra con El médico a palos, por Jesús Eduardo Espinoza

 La Escuela de Teatro Inés Laredo 
     celebra con El médico a palos      



Por: Jesús Eduardo Espinoza 

Estrenada en 1666, El médico a palos es una de las comedias más célebres de Molière donde la sátira se centra en la medicina y la credulidad humana. Su humor sigue vigente porque ridiculiza las apariencias y los engaños sociales.

La versión de Lolimar Suárez demuestra cómo los clásicos pueden ser reinterpretados para dialogar con nuevas generaciones, manteniendo la esencia, pero adaptando el ritmo y la estructura dramática.

Los jóvenes actores mostraron el pasado miércoles 10 de diciembre en el auditorio de la UNIR lo aprendido en tres años y medio de formación académica, lo que refleja la importancia de la pedagogía teatral en Venezuela.

La entrega de certificados al final de la función convierte la obra en un rito de paso, donde el escenario se vuelve también espacio de graduación y celebración.

Figuras clave

Arnaldo Pirela, director y maestro, es reconocido en la escena zuliana por su labor formativa y su capacidad de montar obras con rigor y sensibilidad.

La presencia de Nelly Oliver, dramaturga y directora académica de la Secretaria de Cultura de la Gobernación del Estado Zulia, subraya el respaldo institucional y artístico que legitima el trabajo de los estudiantes.

El hecho de que la sala estuviera llena con familiares, profesores y público invitado muestra cómo el teatro se convierte en un acto comunitario de apoyo y orgullo colectivo. Este tipo de montajes no solo forman actores, sino que también fortalecen la identidad cultural y la memoria teatral de la región.  

Reseña crítica

La representación de El médico a palos, en versión de la dramaturga Lolimar Suárez Ayala y bajo la dirección del maestro Arnaldo Pirela, se convirtió en un verdadero examen de madurez para los jóvenes actores de la Escuela de Teatro Inés Laredo. Más allá de la fidelidad al texto y la estructura dramática en lo externo - interno, destacó la solidez del trabajo actoral.

Cada intérprete asumió la construcción de su personaje con un colorido expresivo y una gestualidad precisa que no solo delineó las características individuales de la farsa molieresca, sino que también sostuvo el ritmo de la comedia en su totalidad. Los movimientos escénicos, lejos de ser meros desplazamientos, se convirtieron en recursos que potenciaron la sátira y mantuvieron la atención del público.

El entusiasmo y la concentración de los espectadores no fueron casualidad: respondieron a la energía escénica desplegada por los actores, quienes lograron transformar el humor clásico en una experiencia viva y cercana. La farsa de Molière, reinterpretada desde la mirada contemporánea de Suárez, encontró en estos jóvenes un canal fresco y convincente, capaz de dialogar con la tradición y al mismo tiempo proyectar futuro.

En definitiva, el montaje no solo fue un acto académico de cierre, sino una demostración de profesionalismo y entrega actoral, donde cada gesto, cada ritmo y cada palabra, luces, vestuario y música  revelaron la disciplina y pasión que sostienen el arte teatral.

Este enfoque pone el acento en los actores como protagonistas del logro, mostrando que la obra fue tanto un espectáculo como una prueba de crecimiento artístico.

El montaje de El médico a palos es una muestra del talento actoral que se forma en la Escuela de Teatro Inés Laredo. La interpretación de Johende como Bartolo resulta particularmente significativa: el tránsito del leñador campesino al improvisado médico es asumido con una doble dimensión escénica, logrando que el mismo personaje se perciba distinto en cada situación. Su gestualidad y movimientos aportan dinamismo y comicidad, sosteniendo el ritmo de la farsa y despertando la atención del público.

Por su parte, la maestría de Luis Alberto Ramos se hace evidente en el rol del padre de la muchacha enferma. Su experiencia en la escena permite dotar al personaje de una presencia sólida y verosímil, que equilibra el humor con la gravedad del conflicto. La interacción con los criados y servidores del hacendado enriquece la trama, aportando matices que dan mayor densidad al desarrollo dramático.

La aparición final del boticario, convertido en médico, cierra la obra con un giro que refuerza la sátira molieresca y permite a los jóvenes actores demostrar su capacidad para sostener la tensión cómica hasta el desenlace.

En conjunto, las actuaciones evidencian no solo el aprendizaje técnico, sino también la capacidad de construcción de personajes complejos, capaces de mantener la atención y el entusiasmo del público en cada escena.

Este montaje de El médico a palos alcanza su plenitud gracias a la dirección de Arnaldo Pirela, maestro de amplia trayectoria teatral y actual director de la Escuela de Teatro Inés Laredo. Su mirada escénica, rigurosa y sensible, permite que los actores despleguen con seguridad lo aprendido en su formación, sosteniendo el ritmo de la comedia y la riqueza de la farsa molieresca.

A esta labor se sumó la versión de Lolimar Suárez, dramaturga, ganadoras de dos sendos premios de  dramaturgia nacionales y directora teatral reconocida, quien con su pluma sabe mantener la esencia del clásico de Molière sin traicionar su espíritu, pero otorgándole una partitura literaria renovada. Su adaptación ofrece imágenes escénicas precisas y bien articuladas, que los actores llevan a escena con frescura y profesionalismo.

La conjunción de ambos, la experiencia de Pirela en la puesta y la visión literaria de Suárez, da como resultado un espectáculo de altura, donde la tradición universal se enlaza con la energía de una nueva generación de intérpretes venezolanos. El entusiasmo y la concentración del público son la mejor prueba de que el teatro, cuando se hace con rigor y pasión es un espacio de encuentro, memoria y celebración.

El elenco

Johender Godoy:  Bartolo, el leñador convertido en médico improvisado.

Luis Alberto Ramos: El padre de la joven enferma.

Johana Martínez : Muy probablemente en el rol de la hija enferma o en un papel femenino central, dado su mención especial.

Ángel Peña : Parte del grupo de criados o servidores del hacendado, personajes que sostienen la comicidad y enriquecen la trama.

Yohainy Carbonell, como la criada, destacó por su gestualidad y frescura.

Jetzsbeth Rodríguez, en el papel de la esposa de Bartolo, supo transmitir la ambición y el carácter satírico que exige el rol.

Keilubin Álvarez dio vida a otro de los criados, sumando comicidad y presencia escénica

Isaac Nava, alumno invitado, asumió con solvencia el personaje del boticario, cerrando la obra con un giro que reforzó la sátira y el desenlace.

Cada uno de ellos mostró excelentes interpretaciones, evidenciando tanto la capacidad de apropiarse de personajes complejos y sostener el ritmo de la comedia

Profesores y formadores actuales  

Arnaldo Pirela.  Director de la Escuela de Teatro Inés Laredo. Responsable de la cátedra de Actuación II y de la puesta en escena de montajes académico; maestro con amplia trayectoria en la escena zuliana.

Alexis Blanco.  Actor y maestro invitado que dictó conferencias y clases magistrales sobre el oficio del actor. Enfatiza la disciplina, la creatividad y el conocimiento de la dramaturgia venezolana.

Pedro Dávila (fallecido) A quien se le hizo un homenaje por su apoyo a  la Escuela de Teatro Inés Laredo. Fue Coordinador de Cultura del UNIR, por muchos años y egresado de la misma escuela; facilitó espacios y talleres para fortalecer la formación técnica de los estudiantes.

Equipo docente complementario

Venus Ledezma, expresión corporal; Enzo Pradelli, educación de voz; Jesús Espinoza, análisis del texto dramático; Lolimar Suárez, historia del teatro; Stefany  Bohorquez, juegos dramáticos; Blanca Basabe, producción; Leonardo Isea, actuación; Carlos Guevara, títeres; Arnaldo Pirela, actuación II; Deyanira Montil, secretaria de la Escuela de Teatro.

Este centro de enseñanza en 2025 celebra 46 años de trayectoria, consolidándose como institución pionera en la formación teatral en el occidente de Venezuela y nada mejor festejar entre risas y farsa.

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