Monólogos, solos
Asistí el jueves cuatro de diciembre de 2025 al nuevo espacio teatral de la
ciudad denominado El Teatrico, bajo la jefatura de Daniel Vásquez, para
presenciar cuatro monólogos por el grupo Escuela Teatrophia, denominado Monologueando.
Esta agrupación ya cuenta con 20 años trabajando con niños, jóvenes y adultos,
y ahora se estrena con sala propia.
En esta oportunidad les tocó a los estudiantes adultos. El primer monólogo, Toxixidades, actuado por Valeria Mundaraín, escrito y dirigido por el propio Vásquez es un trabajo disruptivo donde Valeria se muestra sincera, con fuerza dramática y con una mirada incisiva que permite la interconexión con el espectador. Es la historia de una mujer que se debate entre dos aguas o dos mundos paralelos; a veces justifica las tropelías de su marido y otras las rechaza. Estas actitudes van tejiendo un submundo lleno de fantasmas, donde la existencia siempre pende de un hilo muy sensible. La voz de esta joven actriz, aunque poquita, se nota que la matiza con estudio y pronto será una gran intérprete. Puede asumir diferentes roles y se desplaza con fluidez.
El segundo monólogo, Troya con Azulejos actuado por René Castillo, es escrito por Daifra Blanco; se notó un buen actor, bastante introspectivo, con fuerza y presencia escénica, excelente control del espacio, aunque con una voz apretada y sobreactuada de garganta. Pero con ejercicio estos detalles se corrigen. Es el eterno macho que utiliza la fuerza física para imponerse, manejándose entre el amor y el poder. Su mujer también vive en este infierno y entre los dos se realimentan entre amor-odio.
El tercer monólogo, Un poco Medea, es escrito por Daifra Blanco y actuado por Roymer Bompart. Este actor interpreta a una mujer llena de distopía social –si se me acepta el término– con graves problemas de identidad sexual que decide emigrar a Europa para sanarse. Observé a un gran actor, con presencia actoral y con control del escenario; por momentos suelta el personaje, pero luego lo retoma. Buena voz y matiza muy bien. Le cuesta interactuar con el público, pero esto es cuestión de trabajo.
El cuarto monólogo, La Profe, es escenificado por Matissiel Cabral y escrito por Daniel Vásquez. La eterna profesora universitaria que se revela ante el poco salario, el exceso de trabajo y el pobre reconocimiento como mujer profesional, talentosa pero menospreciada por la universidad que solo la utiliza para dar clases. Al principio noté una voz aguda, sin matices y exageradamente artificial, pero después se notó una bien trabajada voz de teatro. Un poco atropellada entre acciones y desplantes, le cuesta cambiar de personajes. Desfachatada logra atrapar a la audiencia.
En términos generales, se percibe el trabajo de años de esta escuela, de donde han salido varios actores y actrices. El espacio es lo que se denomina “de bolsillo”, es decir, para unas 50-60 personas y un escenario para obras de pocos personajes. No obstante, Vásquez sabe jugar con la presencia de público y logra llenar siempre la sala.
Aúpo este nuevo espacio para el teatro aragüeño y que siga demostrando que el
tesón da frutos.
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