Fin de siglo, o el florero azul
Asistí el sábado 13 de diciembre de 2025 a la
nueva sala El Teatrico, en el Centro Comercial Parque Aragua, para presenciar
el montaje Fin de siglo, de la dramaturga Aminta de Lara, con el grupo
Jap Producciones, con la dirección de Daniel Vásquez y la actuación de Ruth
García y Johan Patiño.
En género de comedia oscura, la trama gira en
torno a un muerto que deja de herencia un florero azul; pero este muerto estuvo
casado con una mujer y después se casó con un hombre. Ambos, exesposa y exesposo
se citan en la casa del difunto para dilucidar a quién le corresponde el
dichoso florero. Aparecen los amores-desamores, los celos, las intrigas y hasta
la necesidad de comenzar una relación, ahora, de estos seres.
Pero llega un momento en que la historia no da
para más y se va estancando. Se produce un ritornello que evita la
incorporación de elementos mucho más dramáticos; la ceguera, la incapacidad
para pensar y la muerte, por ejemplo. La autora no se atreve a ir más allá y
crear una verdadera tragedia, que en estos tiempos de fin de mundo tenemos
muchos ejemplos. Más bien se queda en una discusión sibilina, sin mayor
profundidad.
Observé a Ruth García, una sobria actriz,
desenvuelta, con gran presencia en escena, muy natural y desfachatada que se
come el espectáculo. Excelente voz y se maneja con gran profesionalismo en las
tablas. Johan Patiño por su parte buen comediante, corto cuando para al drama,
comedido y presto a corregir cualquier falla que pudiera ocurrir en escena.
Daniel Vásquez, resuelve la puesta con los elementos mínimos: un mueble, una
mesa con hielo, ron y refresco. Incorpora un excelente elemento: la presencia del
muerto con una tela negra. Este elemento está omnipresente, pero termina como
dueño de la escena final.
Esta obra se adapta perfectamente al tamaño de
la sala, permitiendo que las voces sean audibles y que la distancia entre el
público sea casi encima de los actores, sin desmedro de un nuevo espacio para
la actuación aragüeña.
En términos generales, Fin de siglo es
un buen espectáculo, ponderado, sin buscar más allá de una obra para meditar en
clase media, sin los atropellos de los grandes y nefastos dramas que los
periódicos nos atropellan a diario. Hay que destacar que –no había visto– la
posibilidad de que el público pudiera comprar licor y tomar en la sala.
Bartolomé
Cavallo. Alumno de Ramón Lameda.

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