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28.11.25

Aún tengo hambre, por Edgardo Armas

 Aún tengo hambre

por Edgardo Armas*

Especial para Miradas al Escenario

Obra: ¡Cómemepor favor!  Dir. Armando Ariza. Foto cortesía Ingrid Hincapié @ongridpixels © 2025

En el teatro, como en toda obra exigente, la primera responsabilidad recae en la dirección. En ¡Cómeme, por favor!, esa responsabilidad pesa sobre Armando Ariza, y su decisión más débil es evidente: la elección del elenco. Desde ahí se origina una fragilidad que atraviesa todo el montaje y condiciona su alcance expresivo.

El texto de Carlos Rojas exige intérpretes capaces de sostener su filo emocional y su estructura conceptual. No los tuvo. Esta ausencia de densidad actoral no sólo empobrece las interpretaciones; también desarticula el diálogo entre dramaturgia y puesta en escena, dejando el montaje en un terreno intermedio, siempre a punto de decir algo importante sin lograr pronunciarlo.

Lo paradójico es que la obra contaba con elementos plásticos y formales capaces de sostener la propuesta: diseño escénico coherente, un concepto claro, una atmósfera construida desde el derrumbe afectivo contemporáneo. La arquitectura de la puesta estaba ahí, pero el puente entre ese diseño y el texto, los actores nunca logran consolidarse.

Juliana Cortés entra a escena como si transita recuerdos de una emoción, no la herida abierta que la obra demanda. Su acercamiento es superficial, lleno de gestos reconocibles, pero sin conflicto interno. Su cuerpo no piensa; reacciona. La obra no necesitaba un gesto seductor, sino una interioridad en tensión. Ella entrega inquietud, pero no pensamiento.

Obra: ¡Cómemepor favor!  Dir. Armando Ariza. Foto cortesía Ingrid Hincapié @ongridpixels © 2025

Carlos Andrés Prieto, por su parte, revela que no siguió la dirección de Ariza. Su trabajo carece de escucha, de organicidad, de claridad en la construcción del conflicto. La contención escénica podría ser una apuesta si estuviera cargada de tensión; aquí se convierte en desinterés. Su dicción atropellada y su presencia dispersa generan una impresión constante de distancia respecto al texto.

Sin embargo, reducir los problemas del montaje solo a la actuación sería incompleto. La dirección se queda corta no sólo en la conducción de los intérpretes, sino también en la modulación de los ritmos, en la relación entre los cuerpos y el espacio, en la precisión de los silencios.

La atmósfera creada por el director es sólida en su diseño, pero insuficiente en su respiración interna. Hay luces y texturas bien concebidas, pero no se convierten en dramaturgia escénica porque los cuerpos no las activan y la dirección no consigue articular ese vacío en un sentido estético.

El texto de Rojas, por el contrario, emerge a pesar de todo. Es incómodo, lúcido, escrito desde la herida contemporánea: un material que pide capas, riesgos, pensamiento. Es una dramaturgia que demanda intérpretes capaces de fracturarse para sostenerla. Aquí no ocurrió, y esa desproporción entre texto y escena es el núcleo del problema.

La falla no es técnica: es interpretativa. Los actores no habitan la obra; la transitan. Y la dirección, que debía detectar y corregir esa desconexión, permite que se vuelva estructura.

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Obra: ¡Cómemepor favor!  Dir. Armando Ariza. Foto cortesía Ingrid Hincapié @ongridpixels © 2025

Por eso nos deja con hambre. Tenía un concepto claro, una producción sólida y la posibilidad real de convertirse en una de las obras más relevantes del 2025. El teatro, finalmente, depende de cuerpos capaces de sostenerlo. Aquí esos cuerpos no encontraron el pulso de la obra y, en consecuencia, la puesta se fractura.

¡Cómeme, por favor!  merece una segunda oportunidad. Es una pieza que puede ser mucho más de lo que fue en esta versión. Para ello necesita intérpretes que escuchen el texto y una dirección que profundice en la interioridad que la dramaturgia exige.

Si eso ocurre, la obra encontrará el norte que aquí apenas, se insinúa. Ya lo advirtió Swift con ironía feroz: “La humanidad es experta en devorarse a sí misma”. Nada podría ajustarse mejor al pulso oscuro y voraz del texto de Rojas.  En fin, me quedé con hambre y quiero seguir comiendo. Acepto recomendaciones.

¡Cómeme, por favor!

Con Juliana Cortés y Carlos Prieto

Escrita por Carlos Rojas

Dirección por Armando Ariza

Una producción de Bogotarte, 2025.

 

*Periodista colombiano.

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