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7.11.25

Teatro y (Meta)crítica, Alexis Blanco

 Teatro y (Meta)crítica

 

Alexis Blanco

(El siguiente texto, manifiesto de un hacedor de teatro, es una respuesta del teatrero y crítico Alexis Blanco a una aseveración hecha por el poeta Luis Perozo.  Más que por el carácter polémico, se incluye en el blog porque en él resuena la angustia de hacedores de teatro invisibilizados o cuyas propuestas son poco valoradas por quienes debieran analizarlas en su justa dimensión).

Alexis Blanco   

Soy uno de esos ciudadanos que conserva un profundo afecto por el poeta Luis Perozo Cervantes. Hartas veces he intentado aligerar la carga pesada de sus boutades y dislates. Porque, por encima de todas las cosas, respeto y avalo su excepcional capacidad de trabajo como promotor, gerente y gestor. El coño es un workholic y su brillante ego se acomoda muy bien en su inmensa humanidad. Desde siempre me ha dado por decirle “Oso Poetoso” y celebro cada acción cultural que emprende con una avidez de niño gordo. También doy fe de su inconmensurable generosidad y buen sentido de la vida, a pesar de ciertas instancias de su vida que mejor sería someterlas al estigma del olvido. Nadie es perfecto. Mucho menos si se milita en ese terreno movedizo de la cultura y la política como negocios de vida.

No estoy iniciando una apología de LPC. Al contrario. Estoy emprendiendo una diatriba. Sucede que él publicó temprano esta perlita, a propósito de unos comentarios suyos sobre el montaje de una extraordinaria representación teatral que recién se estrenó en el Teatro Baralt, donde él mantiene una de sus librerías:

“El escándalo armado por una crítica teatral, habla de lo mal que está el teatro…”

Entonces decidí aprovechar la bombita para hacerle “swing de gradas” y así le respondí:

No es el teatro el que está mal, mi querido Oso Poetoso. Quizás seamos nosotros mismos, como sociedad, los que estamos mal. Pero para nada tiene que ver eso con el teatro.

Si estuviese mal, como tú afirmas, no se producirían milagros como los de esa tragedia escocesa (Macbeth), mucho menos esos espectáculos como Luces de Broadway o Los Creyentes de Esencial, tampoco Oscuro, de noche ni esas preciosas vainas que desde el Sur de la ciudad se vienen gestando y aún en Ciudad Ojeda con los Hacedores de Sueños.

Si el teatro de Maracaibo estuviese realmente mal, como vos, voz perniciosa, decís, Mampara y los Hermanos Colina no habrían nadado, esta misma tarde, por las aguas sabrosas de nuestra escena local. Romer y su teatro no está mal y pronto estrenará una pieza preciosa con la poeta Yajaira Villegas. ¿Cómo va a estar mal nuestro teatro, poeta, si vos mismo recién recibiste un premio y Lolimar Suárez ya ha ganado DOS Premios Nacionales?  Ella está comandando la Escuela Inés Laredo y también funciona con la de URU. Este viernes 7 de noviembre, participaremos en la Facultad Experimental de Arte de Luz, en una jornada múltiple que honra la memoria de César Chirinos, Premio Nacional de Dramaturgia con Traje de Etiqueta.

Los que vivimos haciendo teatro, los 365 días del año, en esta ciudad, tenemos el deber de rechazar esta afirmación tuya. ¿Cómo puedes decir que nuestro teatro está mal si en el Baralt está desarrollándose una propuesta continua, de gerencia y compromiso profesional? Con más de media docena de grupos e instituciones echándole un camión de bola. Por cierto: fuiste inútilmente despiadado con tu diatriba muy personal y misógina contra el personal técnico del Baralt. Ese “ruido”, que alegas, no lo escuchamos quienes estuvimos en primera fila disfrutando un espectáculo de alta factura superior, que también sirve como mentís a tu señalamiento infortunado.

Esa “crítica teatral” tuya confronta severas contradicciones. Tus vísceras aparecen demasiado comprometidas. Siempre resultará sospechosa una secuencia de comentarios gestados desde el camerino de los actores protagonistas y donde quien funge como director es un respetable empleado tuyo. Ello enloda la objetividad mínima requerida para ser considerado como “crítico”. De hecho, no hay que ser un “metacrítico”, un “crítico de la crítica”, para advertir el tono sesgado con el cual enfocaste a alguno de los actores en escena, sólo porque se produjo un desencuentro entre él y tu as consentido. Eso no es serio, poeta. Es demasiado evidente y, quizás, un tris procaz.

Sensatez y sensibilidad reclama el muy esforzado teatro que se viene haciendo, aún a pesar de tus diagnósticos babilónicos. Aún no he sacado el as de mi manga: ¿Sabías que Señoras de Maracaibo, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, es la agrupación más vista y aplaudida en nuestra historia? ¿Que gente brillante y talentosa como Milton Quero Arévalo nunca para de escribir, actuar y dirigir sus propias piezas? Pero también sabemos que vos le hiciste tu propia cruz y, así las cosas, ese crítico tuyo es más tu Yo que otra cosa parecida de verdad al ser crítico. Y eso no se critica. Aún en contra del velamen antirrevolucionario aquí la democracia sí existe y por eso mismo vos te podéis dar duro con tus bolas de sangre y fuego. Pero, por favor, no jodáis al teatro. No te metáis con eso porque vos nunca te habéis encaramado sobre un escenario a sudar memoria y escarnio.

La otredad no parece ser tu negocio. El teatro no está mal, poeta. Mal estáis vos, sectario e infame con quienes no te hagan ronda. Esto me duele decírtelo así, en la tribuna. Pero vos acabáis de sentenciar mi vida, intentando negarla. Y mi vida es un montón de seres que, como yo, sufre y se angustia ante la sala ahogada en soledad y vacío, porque, algunas reiteradas veces, nuestros egos batallan entre sí para ver quién se queda con el cero infinito. El teatro nunca estará mal, poeta, mientras vos y yo vivamos siendo y haciéndolo. Con mi teatro no te metáis, crítico, metacrítico o seudocrítico…

Te ayudaré a creer: hace 42 años, la Sociedad Dramática de Maracaibo, con Enrique León como corifeo, concitó en esta ciudad el Primer Encuentro Nacional de Críticos de Teatro. Para demostrar al país que nunca el teatro estará mal mientras nosotros sigamos construyéndolo.  A punta de fe y esperanza. Por aquí te anexaré el documento de esa convocatoria. Cuando la pandemia, vos viste y fotografiaste, en la Plaza Baralt detrás del CAMLB, cómo es que, mientras estemos vivos y respirando, jamás estará mal el teatro. Mal está mi celular, tan parecido a vos en esto de escribir lo que le da la gana, poniendo acentos y puntos donde no los estáis requiriendo.

Otra cosa: si no fueseis vos, esta larga vomitada nunca tendría sentido. Ambos sabemos que lo verdaderamente útil y esencial de la crítica, toda, la de literatura, arte o teatro, es que te permite crecer y creer. Así de sencillo. Ahora mismo leo un libro de Byung Chul-Han sobre el dolor de Dios y desde la belleza inmanente de Simonne Weill. (“La crisis actual de la atención está ligada al hecho de que queramos comerlo todo, consumirlo todo, en lugar de mirarlo. La percepción voraz no requiere atención alguna. Se traga cuanto se le ofrezca. Solo el alma que ayuna puede mirar, contemplar. Durante el ayuno se pone en marcha una autofagia en la que el alma consume su parte baja, su parte voraz. Esta autofagia del alma es lo único que nos salva y que nos conduce hasta Dios:
“La parte eterna del alma se alimenta del hambre”.
Créeme: es el mundo el que está mal. Nunca nosotros. Recuerdo ahora aquella línea del manifiesto de Tristán Tzará y el Dadaísmo: “Me reconozco bastante simpático”, jejeje… Vos veis… ¡Salud!



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