María del Rosario y sus hermanas
Por Cándido Lugardo
Es el título de una de las obras más
importantes del dramaturgo puertorriqueño, Carlos Canales Cintrón. La misma se
presentó el pasado 12 de noviembre del corriente en el Centro Cultural de
Manatí. María del Rosario y sus hermanas, es una versión ampliada del monólogo
que originalmente se estrenara en el 1985 con el nombre de María del Rosario.
La versión original se ha presentado en innumerables
ocasiones, tanto en Puerto Rico, como en países de Latinoamérica y los Estados
Unidos. Pero, como dice Silvio Rodríguez en una de sus canciones: “…y si esto
fuera poco, tengo mis cantos que poco a poco muelo y rehago, habitando el
tiempo, como le pasa a un hombre despierto…“Esto es lo que precisamente le pasó
a Canales con María de Rosario. Rehizo, amplió, profundizó en su texto
original y bajo la dirección impecable de David Muñoz llevaron a escena un
montaje, lleno de suspenso, dramatismo y elementos impredecibles.
Carlos Canales, siempre se ha distinguido en su
obra por profundizar en el aspecto ontológico, existencial y paradójico del ser
humano. Es un incansable buscador de la verdad, y de aquellas cosas que
atormentan al ser humano y lucha con tesón, no sólo por representarlas, sino
por hallar respuestas, a aquellas preguntas fundamentales del hombre: ¿Quién
soy, de dónde vengo, y adónde voy? Aunque muchas veces la tarea es inconclusa.
Para ello, Canales, plasma en la vida de María
del Rosario, una amalgama de conflictos internos que la llevan hasta un
manicomio. En su representación, vemos a una mujer que se debate entre la
realidad y su locura. María del Rosario es la hija de Dios y en su mundo,
múltiples pensamientos transitan como un rayo en su memoria. La perturban, la
pacifican, la violentan y, sobre todo la sacan de la realidad, en un mundo
donde sólo ella y muchos otros seres humanos que padecen su condición, viven.
Cuando vi esta función, sentí una profunda
compasión por la protagonista. Y me preguntaba, cómo pueden las personas con
esta condición, sobrevivir a una tormenta de pensamientos divergentes e
invasores, que cambian y varían en microsegundos. Para lograr eso, en el
espectador, se necesita un texto profundo, sensible y coherente. Además, de
unas actuaciones convincentes, como las que lograron este equipo de trabajo,
actrices principalmente y dirigidos bajo la gran creatividad de David Muñoz.
Canales, mezcla de una manera magistral, los
elementos científicos con los religiosos. Por momentos vemos a una paciente
mental totalmente ida, divagando en su psicosis, y en momentos podemos ver a
una mujer poseída por mil demonios. Esa mezcla de ciencia con fe es muy difícil
de lograr y típica de nuestro dramaturgo.
Gracias a todos aquellos que hicieron posible
esta puesta en escena. Y a mi amigo Carlos Canales, quien dejará una huella en
las futuras generaciones, por crear una dramaturgia nada superficial, sino por
el contrario, profundamente existencial y espiritual. Sé que de aquí a muchos
años, otros estarán montando a María del Rosario y/o María del
Rosario y sus hermanas.

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