Un sueño sobre las tablas en Así que pasen cinco años
Por: Daniel Herrera Malaver
El tiempo como protagonista y las sombras
dobles que de él se desprenden. Que el trabajo final de la primera cohorte de
egresados del Estudio de Artes Escénicas de Chacao sea una obra del ciclo de
"teatro imposible" de Federico García Lorca resulta poético. En pocos
meses, los estudiantes comprendieron desde la práctica distintos registros
escénicos y maneras de abordar la construcción de personajes, teniendo como
profesores a actores de trayectoria que son referencia en el medio y abordando
grandes clásicos de la dramaturgia occidental. Finalizaron su formación con un
taller montaje dirigido por el afamado actor y director Javier Vidal.
Los días 14, 15 y 16 de noviembre presentaron Así
que pasen cinco años en el Centro Cultural Chacao. Una obra que nace como
ejercicio onírico y filosófico, concluida por Lorca en 1931, pero que no
pretendía ser llevada a escena. Muy influenciada por el surrealismo, la
ambigüedad de sus espacios oníricos permite desdibujar las fronteras sociales y
culturales impuestas por una época de represión generalizada; recordemos el
auge del fascismo en sus distintas expresiones en los países occidentales
durante aquel entonces. El sueño es el espacio perfecto para hablar de
misterios, deseos, miedos y frustraciones; al contar los sueños, podemos decir
lo indecible.
En esta relectura de la obra, el acento se
encuentra en la generación de sensaciones para el espectador. El director y el
elenco lograron representar imágenes que en la lectura pueden parecer
irrepresentables: el eco que suena con la voz de otras personas, el espejo que
devuelve otro rostro y habla con tu propia voz —símbolo de un universo
onírico—, el maniquí como eco de un cuerpo que pudo llevar una vida diferente;
esferas que flotan junto a pompas de jabón acompañan a personajes que se
desvanecen y aparecen cantando con un aire andaluz. Todo lo que está en la
escena y lo que ocurre allí es un símbolo poético y significa. El luminoso
corazón del sueño que requiere del tiempo para germinar.
Y si el Sueño finge muros
en la llanura del Tiempo,
el Tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.
Nosotros, como el Sueño, creamos una realidad
con "muros" (identidad, historia, proyectos, roles sociales), y el
Tiempo nos hace creer que esa realidad es verdadera y tiene un comienzo. Pero
el tiempo es un continuo, como una llanura infinita. Todo inicio hereda una
historia; sentirnos parte de un inicio es una ilusión necesaria para existir.
La puesta en escena de Vidal permite a todo el elenco desplegar sus dotes interpretativos de una manera bastante equilibrada. Pese a que hay actores y actrices de distintas edades y, por tanto, con experiencias vitales diferentes, Vidal logra generar un estilo interpretativo común. Es decir, todos brillan por igual en pro de la obra teatral, lo que evidencia la importancia de la humildad y el trabajo en equipo en los procesos artísticos. Esta sinergia es siempre agradecida por el espectador, que celebra el valor artístico y pedagógico de esta importante iniciativa.
Así que pasen cinco años de Federico García Lorca y dirigida por Javier Vidal Pradas
Alejandra Venegas
Ander Navas

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