¿Dónde
buscar los nombres de nuestras Mártiras?
Por: Daniel Herrera Malaver
Hoy, cuando parece haber un consenso social en Venezuela sobre la necesidad histórica de reivindicar y resarcir todas las injusticias, vejaciones y desequilibrios en las cargas sociales que el machismo de nuestra cultura occidental ha cometido, y sigue cometiendo, contra las mujeres, se nos exige que ampliemos la mirada.
Las Mártiras, obra presentada el domingo 9 de noviembre en la sala Horacio Peterson de la Universidad de las Artes (UNEARTE), es la historia de tres amigas narrada desde un cementerio. Asumir su realidad como mujeres trans fue su mayor acto de fe; el maltrato de una sociedad, su martirio. La vulnerabilidad y la fuerza se conjugan en los personajes de Amapola y La Barroca, interpretados por Jhorman Vera y Luis Guillermo Martínez. Ambas acuden al cementerio a honrar la memoria de su amiga Lila Lamour.
La dirección de Stephany Herrera, fiel al texto escrito por el dramaturgo Pablo García Gámez, ha logrado construir de modo muy eficiente dos de las atmósferas sugeridas en la obra: el cementerio de noche y la ensoñación alegre de un bar de espectáculos. El trabajo de actuación y dirección crece en la interacción entre los dos personajes, que señalan situaciones de profunda injusticia, vulnerabilidad y abuso, pero desde el humor. Un humor caribeño, desfachatado y alegre, con elementos nostálgicos de las fiestas de los años 80 y las folclóricas españolas.
El humor, la chanza y el arte, incluso si se construyen únicamente en la fantasía, son herramientas de resistencia para estas mujeres.
En un momento de la obra se proyectaron imágenes de mujeres trans —algunas del documental Vestidas de azul— y fragmentos de una entrevista a La Veneno. Mujeres que en su momento sufrieron la burla y el desprecio de los medios de comunicación, y que, gracias al trabajo artístico y la militancia de generaciones posteriores, ahora son vistas con más respeto por amplios sectores de la sociedad. Varias personas del público pudimos reconocerlas, lo que me hizo reflexionar sobre las implicaciones internacionales de las luchas por la igualdad y me invitó a hacerme la pregunta que da título a esta nota.
Se
trata de un teatro queer, independiente y de compromiso social, que nace del
Centro Comunitario de Salud Social y Cultural Pedro Zerolo, coordinado por
Stephany Herrera. Al finalizar la obra, la directora nos pidió al público que,
si nos había gustado, se la recomendáramos a nuestros amigos; y si no, se la
recomendáramos a nuestros enemigos. Yo la recomiendo en general, porque creo
que es una obra necesaria. Sería bueno que la vieran incluso aquellas personas
que no están familiarizadas con la temática y que podrían sentirse incómodas en
algunos momentos, puesto que todo está tratado con el mayor respeto.

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