“Nuestro Teatro deberá funcionar como una gran familia apellidada Venezuela”: Carlos Arroyo
hoy esta entrevista a Carlos Arroyo.
Por Alexis Blanco
La noche del 18 de Noviembre, Día de La
Chinita, fuimos hasta el Alberto de Paz y Mateos para saludar a la noble troupe
de la Compañía Nacional de Teatro, ente productor de los Festivales,
Internacional de Teatro Progresista, Nacional de Teatro en sus dos etapas, el
de Occidente, así como de una serie de históricos montajes que garantizan al
país una óptima salud desde el punto de vista del oficio escénico.
Cuando encontramos a Carlos Arroyo, éste
cambiaba los pañales a su bebé y entonces comprendí el esencial significado de
la palabra posverdad. Los sentimientos imperan. Este gran gerente ha sido mi
amigo y cómplice a ultranza.
La noche siguiente, en su oficina, conversaríamos largo y tendido sobre muchos asuntos vinculados con lo que somos y seremos: hombres de teatro. 40 años de amistad y aún este mismo afán… Noticia Al Día, conjuntamente con el Blog del Teatro Venezolano, Miradas al Escenario, publican hoy esa entrevista a Carlos Arroyo por parte de Alexis Blanco.
-Maestro Carlos Arroyo compartamos una mirada
al Teatro que se está haciendo hoy por hoy, en Venezuela. Sin duda que
presenciamos un momento extraordinario, con las cuatro ediciones del Festival
Internacional de Teatro Progresista; y las cinco del recién concluido Festival
Nacional de Teatro; ahora estáis organizado el Festival de Occidente…¿Por qué
el Teatro es una herramienta, una estrategia, una convicción ajustada a la
praxis política y ideológica que el país está requiriendo ó demandando?
-Yo soy lo que sé hacer, lo que he hecho y
encuentro en el Teatro la única forma que tengo para vivir y eso no es nada
esotérico ni nada rimbombante. Esto es para mí como cuando cuando un hombre que
recoge café y encuentra en el café su única forma de vivir; o como cuando un
zapatero encuentra en los zapatos su única forma de vida. Yo encuentro en el
teatro mi única forma de vida y, por lo tanto, cada vez que debo impulsar el
Teatro, conozco varias cosas que pongo en re-conocimiento y que sé que funcionan.
Una de ellas, sin duda alguna, tiene que ver con los festivales. Los festivales
son una alternativa que te permite encontrar, en una síntesis, la realidad del
país, la fiesta del país y las ganas anímicas y lúdicas del hombre y l de la
mujer del Teatro venezolano, hecho en función de nosotros. Hemos, ¡coño!
llevado mucha vaina los venezolanos y las venezolanas.
Nosotros tenemos, desde el 2013 en adelante,
una situación muy dura en el país, la cual fue acrecentándose hasta llegar a
niveles en los cuales se fue creando una imagen del miedo, de la tristeza, del
dolor de la ausencia, un sentimiento muy grande en el ciudadano. Luego pasamos
por la pandemia, que generó toda una condición de miedo mundial sobre la
capacidad de vida que podría tener el ser humano, mucho más allá de la pobreza,
como de la riqueza.
En ese momento no servía absolutamente nada, ya
que podías tener todo el dinero del mundo y poder morirte. Y, después de eso,
seguimos nosotros en una salida brillante que encontró al gobierno venezolano y
a la sociedad venezolana, con una profunda necesidad de reencontrarse con la
alegría. Y es a partir del 2018, 2019, que empezamos como a visualizar una cosa
que vendría para impulsarnos hacia adelante.
Pasado eso, había que preguntarse, ¿Qué hacer
con el Teatro?, o mejor, ¿Qué hacer desde el Teatro?. ¿Cómo construir, desde el
Teatro?; Qué hacer con los pasos escénicos en condiciones muy complicadas; qué
hacer con el hombre y la mujer del país, con un imaginario más achicado, con
una grave carga de crisis económica en su cabeza, sin saber cómo enfrentar la
creatividad, la realidad y la vida cotidiana de sí mismo y de los seres
queridos. Cómo reencontrarse con la fe…
| Carlos Arroyo, Director de la Compañía Nacional de Teatro, junto con Alexis Blanco y Leonardo Isea, de Baralt Teatro. (Foto AB). |
Carlos Arroyo, Director de la Compañía Nacional de Teatro, junto con Alexis Blanco y Leonardo Isea, de Baralt Teatro. (Foto AB).
-¿Cuál fue, en consecuencia, la propuesta?
-Allí el presidente Nicolás Maduro hace un viraje muy interesante: La creación
del Festival Internacional de Teatro Progresista. Ahí yo dije: ésta es una gran
oportunidad, para ir construyendo una nueva voz del teatro venezolano, para ir
reencontrándose, desde la fiesta de lo lúdico, desde el hermoso canto escénico
de la alegría, con el hombre y la mujer del Teatro venezolano, y así
arrancamos. No solamente hicimos toda una impronta con respecto al ejercicio de
solidaridad, de cooperación de relaciones Sur-Sur, de dar una mirada a la
geopolítica cultural y a la geopolítica de relaciones multilaterales que el
Gobierno Bolivariano estaba haciendo, sino también era como sintonizarse con
eso. Cómo reencontrar, en una lectura, el por qué en nuestro gobierno, nuestra
adhesión con el pensamiento geopolítico del Presidente Chávez iba en una
relación Sur-Sur, iba en una relación multipolar, una relación de multifuerza y
el festival lo permitió.
Eso de encontrarnos con África, pero también
con Asia, con el Medio Oriente, con una Latinoamérica distinta y con un país
que podríamos llamarlo o convocarlo a encontrarse nuevamente, a reagruparse y a
encontrar una especie de pequeña felicidad en lo que hacía, y eso fue la base
de nuestra construcción. Ya cuando empezó a tomar cuerpo, ya en el cuarto
festival, nosotros empezamos a pensar que es el momento de escuchar la
sonoridad nuevamente del Teatro Venezolana, el momento de dejarla que salga de
esa camisa de fuerza que es un festival internacional, donde la gente en vez de
querer ver a Venezuela quiere ir a ver Italia, o quiere ir a ver a Nigeria o
quiere ir a ver Costa de Marfil, o quiere ir a ver a México y ser como como
parte de una fiesta, en la cual la realidad Venezuela era mucho más fuerte,
pero se llamaba internacional. -Un deslinde muy necesario…
-Llegó ese momento de separar las voces de un
momento y darle a Venezuela su espacio. Y empiezo a investigar a fondo acerca
del festival nacional en Venezuela. Desde cuándo no se hacía un festival de
teatro venezolano. Desde la idea del vamos a encontrarnos con lo que somos y
encontrarte entonces con una sorpresa sonora, con colores, con ritmos y colores
de la naturalidad venezolana, que sigue existiendo con una fuerza
inconmensurable.
Y así recibimos más de 400 propuestas para
hacer un festival de un teatro, absolutamente vivo, en el cual podemos discutir
sus formas, sus contenidos, sus búsquedas, sus propuestas, su estética, su
condición política. Todo eso puede ser discutido, pero lo que no se puede
discutir es que se hace Teatro. Entonces, encontrarse como formas naturales que
ya se riñen con la visión eurocéntrica de la teatralidad, de esa que nosotros
hemos mamado, de la que nosotros hemos vivido.
-¿Es posible romper con ese paradigma?
-Tenemos que intentarlo. Revertir hasta donde
nos sea posible esa visión eurocéntrica, que ha arropado las formas de la
sensualidad Latinoamericana y las formas de la realidad africana, totalmente,
se trata de toda una visión que saca de contexto quiénes somos y contando
siempre el cuento desde esa estructura eurocéntrica, de la cual, sino rompemos
el molde o rompemos el paradigma, seremos una especie de monos con una hojilla,
en la cual no hacemos Teatro, sino que hacemos una cosa extraña que nadie le quiere
poner nombre, como si la centralidad en el mundo tuviera solamente la forma
europea.
Y luego te vas, como creador, y empiezas a
decir: momentico, hay otro mundo, nuestro, existe otra forma de hacer las
cosas, otra realidad que puede estar de manifiesto y si no, sin la pretensión,
no llegaremos a saber si vale la pregunta, si tiene el contenido, el sentido,
la forma, de global, siendo ese de por sí nuestro gran logro.
-Siendo que una gran herencia de Hugo Chávez es el poder popular, el pueblo organizado en comuna, luego de la jornada de cartografía teatral, de la introducción del concepto “Robinsoniano” de toparquía, ¿Cuál sería el nuevo panorama del oficio teatral en Venezuela?
-En concordancia con lo anterior, trabajamos duro por referenciar una
cartografía nuevamente en el Teatro venezolano. Para que un censo arroje eso:
cuáles son los espacios, más allá de los números, que eso puede contener. Luego
tú te preguntas y te dices okey, (¿cómo se llama el del teatro de la peste y de
la crueldad? ¡Ah!, ese, Antonin Artaud), el teatro es como la sociedad y se
modifica como la sociedad. Por lo tanto, este teatro nuestro es en América. Y
es una teatralidad que va, como la tienen en el mundo, constantemente
cambiando. En Venezuela ya toda esa referencia de los grupos que nosotros
conocimos, cuando éramos niños o jóvenes, que tenían nombre y apellido, a los
cuales nosotros queríamos invitar y ser como ellos, han ido desapareciendo de
la estructura, no solamente de Venezuela sino de América Latina, en su calidad.
El mapeo teatral de América Latina ya no pasa
por la vida de La Candelaria, de Bogotá; ni por el Experimental de Cali, ni por
Mala Yerba, ni el Macunaíma brasileño, menos por el Teatro Libre de Córdoba o
El Galpón de Montevideo. Pero tampoco refleja ni refiere el surgimiento de
cientos de grupos nuevos y que han tenido otras cosas de otra formas de ver los
asuntos, eso mismo ha pasado en Venezuela. Entonces es el momento de reconocer
qué es lo que está pasando en Venezuela, cuántos espacios y estéticas nuevas
nos van definiendo y perfilando.
Hoy en día de la generación de mi Maestro Herman Lejster ya no está presente, o
sea ya ellos no son de referencia, yo son la historia importante, ni Nicolás
Curiel. Ya no está Román Chalbaud, ni Horacio Peterson. Pero hay otras voces
que vienen resurgiendo y que tienen y van a ganarse un espacio, como debería
ser lo ideal para la juventud, a la cual hay que darle paso, porque de todas
maneras ellos te van a pasar. Ellos van a tomar las riendas y una voz.
Entonces la cartografía tiene ese sentido:
registrar, a la vez que darle paso a este indetenible movimiento, porque si no
él te pasa por encima. Ellos van a tomar las riendas. Entonces la cartografía
tiene ese sentido registrar cuántos grupos de teatro comunitario existen,
cuántos son grupos que hacen propuestas para niños y jóvenes, cuántos son de
circo, títeres ó marionetas, de eso se trata, de registrar el número de quienes
están haciendo esa revolución: quién eres, dónde y cómo vives, cuál es tu correo
electrónico, no es una indagación estadística, sino que registra cuál es tu
pensamiento y cómo quieres verte creando en el escenario, yo creo que por ahí
vamos.
-Siguiendo con ese concepto de “Toparquía”(la
capacidad de cada territorio para resolver sus problemas con base en sus
propias potencialidades y la voluntad de su gente)…Usted gerencia con esa idea
del teatro como una familia.
¿Podríamos desarrollar ese punto clave?
-Recurrimos a la palabra de don Simón Rodríguez, maestro de El Libertador.
Establece, fundamentalmente, una nueva correlación de poder, una nueva forma de
organizarse en la estructura de poder, eso es como partida una relectura de los
estamentos de poder que existen, para poder unificarlo. Es un nuevo camino, una
nueva forma de hacer las cosas. Entonces yo creo que esa palabra puede detonar
y denotar una nueva forma de la teatralidad venezolana. Abarcamos en esa
palabra una gran investigación sociológica del teatro en Venezuela, y de la
familia en general.
Mencionamos el Nuevo Grupo, que funcionó aquí
mismo (Teatro Alberto de Paz) como una familia. Como era una familia el Teatro
Estable de Portuguesa. Ustedes, cuando la Sociedad Dramática de Aficionados
funcionaban como una bella familia de Maracaibo. Aludimos en este punto una
función artística, coherente, es decir política. Yo creo que el hombre es un
hombre, cuando el hombre es una persona gregaria, vive en grupo.
La soledad, como utopía, no es una condición
humana, es un concepto psicológico que tú eliges como vida. Pero aquí hablamos
del hombre gregario, por lo tanto, la palabra que más funcionó en América
Latina a nivel del Teatro fue grupos y los grupos de Teatro se transformaron en
familia. Decía, la familia elegida, esa familia que tú eliges en tu camino. Hay
casos muy particulares: ya hay familias de artistas.
Los Leones son una familia de artistas, desde
el maestro José León y la señora de León. Gladys. Los tres hijos, los nietos,
todos son una familia de hombres y mujeres de Teatro. No son una familia
grande. Yo vengo de una familia grande, tengo mi descendencia, toda una familia
Arroyo, que se dedica al teatro. Entonces lo que uno va conformando es eso.
Creo que el Teatro venezolano se define fundamentalmente por eso, porque es una
gran familia.
Publicado
en Noticia al Día, 25 de noviembre, 2025
Texto
y Fotos: Alexis Blanco


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